
*Alba Bolaños Medinilla, Mariana Del Carmen Cubero Barquero, Erin Pedraz Scanlon, Carolina Cristina Wegrzyn
El amor romántico, ¿está muerto? Vivimos en una sociedad en la que el auge de las aplicaciones de citas, las redes sociales y la socialización digital están a la orden del día y han redefinido los modos de conocer y relacionarse con otras personas. Ya no solo es posible conectar y quedar con otras personas a golpe de clic, sino que se han modificado en gran medida las propias dinámicas de pareja.
El amor, las relaciones sentimentales y la vida en pareja ya no están determinadas por unas estructuras de poder completamente sólidas como la Iglesia, el patriarcado, el matrimonio o la clase social, entre otras (Beck y Beck- Gernsheim, 2002). Además, el cuestionamiento de los roles de género tradicionales va configurando poco a poco una mentalidad más liberal, sobre todo entre las personas más jóvenes. El compromiso en la pareja pierde importancia y la búsqueda del placer momentáneo está a la orden del día.
¿Realmente estamos ante una nueva forma de concebir el amor y las relaciones de pareja? Para comprobarlo se han recopilado y analizado las bases de datos del Barómetro Juventud y Género del Centro Reina Sofía de Fad Juventud en sus cuatro oleadas (2017, 2019, 2021 y 2023), con el objetivo de analizar la evolución en la percepción de las relaciones y dinámicas de pareja de la juventud entre 2017 y 2023.
Analizando desde la generalidad
La tendencia de las percepciones sobre la pareja varía hacia posiciones en las que la importancia de la misma va disminuyendo. Rescatando el término de amor líquido de Bauman (2003), en la postmodernidad, las personas buscan la inmediatez, aquello a lo que pueden acceder de forma sencilla; básicamente se destaca la efimeridad de las relaciones. A las pruebas nos remitimos: entre 2017 y 2023 se ha reducido la importancia concedida por los y las jóvenes a tener pareja, a pesar del pequeño incremento en 2021, posiblemente atribuible a los efectos de la pandemia de la COVID-19. Así, entre 2017 y 2023 se ha reducido del 51,1% al 44,5% la percepción de que tiene mucha o bastante importancia tener pareja, aumentando también del 27,0% al 40,5% la sensación de indiferencia (ni mucha ni poca importancia).
Figura 1: Importancia de tener pareja. Evolución 2017-2023.
Esta idea de la efimeridad y fluidez de las relaciones no solo se analiza en la importancia a la pareja, también en las características de las mismas. A grandes rasgos, se da una tendencia hacia tipologías de parejas puntuales y sin compromiso, a la vez que una disminución de parejas únicas, sobre todo en 2023, principalmente porque en el periodo anterior (2021), con la COVID-19, muchas parejas tuvieron que convivir durante varios meses o bien estuvieron estos meses sin verse, lo cual puede ser signo de un acercamiento a tendencias de pareja más estables y duraderas. Esta tendencia cambia drásticamente en el periodo de 2023 y se vuelve a preferencias hacia parejas esporádicas.
La individualidad cobra cada vez más importancia, siguiendo la teoría del individualismo (Beck & Beck, 2003), que básicamente respalda la idea de que las formas tradicionales quedan relegadas y que, principalmente, se busca la satisfacción y la realización personal. En este contexto, las relaciones de pareja tienden a ser menos duraderas y estables, conectando así con el amor líquido del que hablaba Bauman (2003).
Poder, ¿celos o libertad?
En los últimos años, se ha observado una mayor aceptación de los celos entre ciertos sectores de la población masculina, quienes tienden a percibir los celos y el rol protector como manifestaciones legítimas de poder en la pareja (Sanmartín et al., 2023). En contraste, las mujeres han mantenido una postura crítica y de rechazo frente a estas dinámicas, mostrando un desacuerdo constante que sugiere la existencia de resistencia a aceptar los celos como mecanismo de control. Esta evolución en los roles de género indica una regresión en algunos grupos hacia modelos tradicionales de control en la relación, donde tanto los celos como la protección se consideran herramientas válidas en las dinámicas de pareja.
Cuando se ha referido a temas de entrega absoluta a la otra persona y sobre la permanencia para toda la vida en una relación, se puede ver una evolución mayor hacia la aceptación de estas ideas. En particular, los hombres mostraron un mayor acuerdo con estas ideas mientras que, por otro lado, las mujeres más jóvenes siguen rechazándolas.
La diferencia de género en esta expectativa de permanencia destaca que mientras algunos hombres adoptan ideas de control a través de la permanencia y estructuras de poder en la pareja que giran hacia la entrega absoluta, las mujeres jóvenes exploran modelos de poder compartido y relaciones menos restrictivas.
Autoría: Vika_Glitter. Fuente: Pixabay
No obstante, se observa una contradicción entre el aumento de dinámicas controladoras en las relaciones de pareja con las preferencias que ha mostrado la juventud en los últimos años (2021-2023). En concreto, es interesante el caso de la clase alta y media alta, donde se observa un aumento de la elección de la pareja abierta poliamorosa, en detrimento de la preferencia por la pareja única tradicional.
Del mismo modo ocurre si se presta atención al nivel de estudios: la preferencia por la pareja única tradicional decae entre 2021 y 2023 en el caso de los niveles de estudio más bajos (estudios obligatorios y secundarios), prefiriendo parejas puntuales y cambiantes, sin compromiso, mientras que quienes tienen estudios superiores tienen una alta preferencia por las parejas únicas tradicionales en todo el periodo analizado.
Reevaluación de los modelos relacionales
En los años pos-COVID-19, se han acelerado ciertas tendencias hacia la necesidad de tener espacio propio en el seno de la pareja. A su vez, se manifiesta una marcada diferencia de género, siendo las mujeres las que dan considerablemente más importancia al espacio individual, y por lo tanto a la necesidad de preservar su independencia y autonomía. Esto puede reflejar un cambio cultural más generalizado, donde las mujeres en especial, buscan modelos de relación que prioricen el espacio, para lograr el bienestar personal, sugiriendo un avance hacia relaciones menos dependientes y más equilibradas.
En tiempos recientes, se está consolidando un nuevo modelo de relación, donde parejas que, a pesar de llevar bastantes años juntos, deciden vivir en casas separadas, lo que se conoce con el término Living Apart Together (LAT) —que se puede traducir como «viviendo separados pero juntos»—. Las parejas LAT establecen que por miedo a perder su libertad, o identidad individual, prefieren vivir separados y de esta manera evitar problemas de convivencia (El País, 2024). De manera similar, existen parejas que, a pesar de vivir juntas, tienen habitaciones separadas, defendiendo que ayuda a su relación. Pese a que generalmente se piensa que dormir en habitaciones separadas es un indicador del fracaso inminente de la relación, estas parejas creen que es el futuro para mantener una convivencia sana (Washington Post, 2024). Parece que estas tendencias son cada vez más habituales y, pese a que pueda parecer insensato, a medida que pase el tiempo, es probable que se refuercen estos modelos de relaciones.
Autoría: analogicus. Fuente: Pixabay.
Conservadurismo o liberalismo, ¿qué pasará en el futuro?
Hemos visto como los y las jóvenes cada vez dan menos importancia a las relaciones tradicionales de pareja. Sin embargo, al explorar en profundidad aspectos como la normalización de la entrega absoluta en la pareja, los celos o el control sobre la vestimenta, se ve reflejado que se siguen teniendo ideas más tradicionales. Lo cual demuestra una contradicción, donde a pesar de que se pone en entredicho el modelo de pareja tradicional, en la práctica siguen predominando normas de control y compromiso absoluto.
Observamos como el conservadurismo está camuflado dentro del liberalismo. A pesar de querer relaciones con tendencias más abiertas, se siguen reforzando dinámicas de poder y normas de género patriarcales. Si bien muchas personas expresan su preferencia hacia modelos menos tradicionales, también se percibe un retroceso hacia mentalidades más conservadoras. En particular, se puede observar que hay una diferencia de género que afecta especialmente a los hombres, presentando mayor acuerdo a ideas conservadoras sobre dinámicas de poder, promoviendo la desigualdad en la pareja. Por otro lado, el nivel de estudios mostró ser determinante al considerar que las personas con estudios superiores, especialmente mujeres, han tendido hacia ideas de autonomía y un enfoque más equitativo y liberal en las dinámicas de pareja.
Si pensamos en el futuro, el auge de la derecha en España, así como en toda Europa (El Diario, 2024), da pie a que las tendencias conservadoras y tradicionales se sigan (re)produciendo, en especial en las generaciones más jóvenes, con lo que ello conlleva. Los celos, el control y la protección parecen ser actitudes que se verán más a menudo entre las nuevas generaciones. No obstante, el progreso y la consecución de derechos sociales y políticos en multiplicidad de colectivos, como los logrados por el LGTBI+ o el feminista (El economista, 2020) en los últimos años, han dado lugar a una nueva libertad sexual y protección legal hacia la mujer (Ministerio de la Presidencia, 2023), permitiendo relaciones con menos compromisos y más diversidad.
Esta tensión entre tradición y novedad que se ha observado en el análisis presentado en el artículo, coincide con los hechos sociales y políticos que están ocurriendo a nivel nacional, de manera que creemos fervientemente que esta contradicción seguirá desarrollándose en los años venideros.
Bibliografía
Bauman, Z. (2003). Amor líquido: Sobre la fragilidad de los vínculos humanos. Ediciones Paidós.
Beck, U. Beck-Gernsheim, E (2003). La individualización: el individualismo institucionalizado y sus consecuencias sociales y políticas. Ediciones Paidós.
Sanmartín, A., Gómez, A., Kuric, S. y Rodríguez, E. (2023). Barómetro Juventud y Género 2023. Madrid: Centro Reina Sofía de Fad Juventud. https://doi.org/10.5281/zenodo.10144131
¡Hola! Me llamo Jorge y quería participar en esta entrada del blog haciendo mi propia reflexión de lo que se ha escrito desde mi humilde opinión como un graduado y aficionado de sociología, espero no ser redundante.
Primero de todo decir que me ha parecido muy interesante y dar la enhorabuena a las autoras.
Entrando en materia:
Con respecto a la reflexión sobre el individualismo que al principio se hace con la cita de Ulrich Beck, me gustaría declarar mi fascinación sobre la teoría del cambio social del proceso de desinstitucionalización, que al igual que U. Beck, afirma que la tendencia en la sociedad en general y no sólo en el amor, como bien se puntualiza al final del artículo, es la de la individualización y añadiría, que por culpa de la pérdida de poder de las instituciones clásicas como la iglesia o el estado.
Mi reflexión, viendo los datos que se han expuesto del barómetro, sería la siguiente: ¿cómo de complicado es encontrar a una persona con la que construir una vida juntos, teniendo en cuenta que nuestro sistema de creencias y la planificación de los proyectos de vida está tan personalizada? Las probabilidades se reducen ante la falta de creencias comunes.
Con lo expuesto en el séptimo párrafo sobre “poder, ¿celos o libertad?” me gustaría expresar mi confusión respecto de los acontecimientos que hemos presenciado en los últimos años. ¿Cómo hemos pasado de la predominancia de un discurso feminista y lo que ello conlleva en las relaciones de pareja, a responder con discursos que claman las dinámicas tradicionales anteriores en pro de “tiempos mejores” para los hombres, principalmente? Creo que la individualización y la búsqueda de referentes ha sido el impulso para llegar a donde estamos hoy en día, sin embargo, no consigo entender por qué son esos referentes y con esos discursos los que ahora predominan, en vez de otros con discursos menos beligerantes y más conciliadores.
Sería muy interesante poder contrastar estas opiniones con la de gente de edades más adultas, que, a diferencia de los jóvenes entrevistados, hacen sus declaraciones en base a la experiencia.
En relación a lo observado con el nivel de estudios en las parejas, quizá podríamos hablar de una mayor influencia de las nuevas estructuras sociales en base a la exposición, en relación con los niveles de estudios. A lo mejor, el que no haya estado tanto tiempo inmerso en las instituciones tradicionales de enseñanza se ha visto más expuesto a discursos individualistas provenientes de otro tipo de fuentes, como las redes sociales, por ejemplo.