El suicidio se encuentra ahí fuera, intangible pero palpable, como en los “fantasmas” de Alfred Hitchcock y Eugenio de Ochoa. Convergiendo, suicidio y fantasma, como símbolos del peso inescapable de la psique y el destino. En las películas de Hitchcock [1], los fantasmas son psicológicos, manifestaciones de traumas y deseos reprimidos que atormentan a sus personajes hasta el punto de la autodestrucción, como en Vértigo o Rebecca. Del mismo modo, en el relato Stephen de Eugenio de Ochoa [2], el protagonista está atrapado en una encrucijada que simboliza el destino inevitable que lo arrastra a quitarse la vida. En ambos casos, los fantasmas representan aquello de lo que los personajes no pueden escapar, y el suicidio emerge como la trágica culminación de su lucha contra fuerzas internas y externas.
El suicidio se encuentra en el día a día, con o sin tabúes. Además, se aparece, como en cualquier otro día, en el Día Internacional de la Salud Mental, un momento para concienciarnos sobre el impacto de los traumas, las emociones reprimidas y los trastornos psicológicos que, si no se tratan, pueden llevar a la autodestrucción. Y, lo que es más alarmante: cada día más, estas muertes se presentan entre jóvenes y adolescentes de entre 15 y 29 años de edad [3].
Ante esta situación es imprescindible, pues, entender que la batalla interior (y la exterior) proyectada en la ficción refleja una realidad en la que las enfermedades mentales y otros factores necesitan atención, apoyo y tratamiento adecuados para prevenir tragedias similares en la vida real:
LA ESTIGMATIZACIÓN y OCULTACIÓN DE LO INTANGIBLE
Porque el suicidio y los trastornos mentales permanecen ocultos, adquiriendo un valor negativo y, a menudo, de incomprensión en la sociedad. Según la Organización Mundial de la Salud, la estigmatización que rodea estos temas disuade a muchas personas de buscar ayuda para evitar sucesos trágicos, lo que agrava la situación. De hecho, a nivel global, explica la OMS, la calidad y disponibilidad de los datos sobre suicidio y conductas autolesivas son insuficientes; ya que solo 80 países disponen de registros civiles de calidad para estimar las tasas, y, en muchos casos, la falta de informes precisos o la clasificación errónea contribuyen a una visión incompleta de la crisis. Incluso en algunos lugares, el suicidio es ilegal, lo que profundiza el silencio y la exclusión de este grave problema de salud pública.
Luego, para enfrentar este «fantasma», urge la OMS, es fundamental mejorar la recolección de datos y superar los tabúes que impiden hablar abiertamente sobre el suicidio. Pero no es suficiente con ello…
EL FANTASMA DEL SUICIDIO EN TIEMPOS DE LA POSTPANDEMIA
Y es que, a pesar de su recóndita naturaleza, las conductas suicidas no sólo han persistido tras la pandemia por COVID-19. Este hito aceleró procesos suicidas por “falta de apoyo social” [4] y, desde entonces, las cifras no han dejado de aumentar entre personas menores de 30 años. En concreto, el último informe perteneciente al Proyecto SURVIVE 2 [5], apunta una crecida del 32,35% entre 2019 y 2021.
Acechando silenciosamente a gran parte de la juventud española, este fantasma desvela en la investigación anterior que el suicidio se ha impuesto como la primera causa de muerte absoluta, por encima de los accidentes de tráfico y el cáncer, entre las personas de 12 a 29 años. Y, aunque la mayoría son hombres, el incremento de mujeres jóvenes que se suicidan es preocupante.
Es más, las cifras pertenecientes al Barómetro 2023 del Centro Reina Sofía de Fad Juventud [6] también evidencian el incremento de la ideación suicida, porque casi la mitad de adolescentes y jóvenes preguntados experimentaron alguna vez o de manera frecuente ideas suicidas, así como pensaron en el suicidio con cierta frecuencia.
SIGUIENDO LAS HUELLAS DEL ESPECTRO LATENTE
De acuerdo con Healthy Children, los intentos previos de suicidio son un fuerte indicador de futuros intentos, y conflictos familiares como el abuso o trauma también incrementan significativamente esta probabilidad. Más aún si se considera a los y las adolescentes que viven en centros de acogida, dado que un estudio de la Universidad del País Vasco [7] muestra que el 26,5 % de estas personas ha intentado suicidarse, y un 36,2 % ha tenido ideas suicidas.
Además, siguiendo la estela de Healthy Children, factores como el racismo y la discriminación afectan gravemente la salud mental de los jóvenes. Mientras que aquellos que pertenecen a la comunidad LGBTIQ+ enfrentan un mayor riesgo; sobre todo, aquellos casos relacionados con menores de edad inmersos en crisis de identidad de género y de identidad sexual. Por otro lado, el consumo de alcohol y drogas eleva el riesgo de quitarse la vida, y los problemas de conducta impulsiva pueden llevar a comportamientos autodestructivos. Es más, conocer otros casos de suicidio puede acrecentar el riesgo entre la juventud, y el acceso a armas de fuego hace crecer la probabilidad de estos actos fatales.
Asimismo, el informe de Save the Children [8] destaca que un 3% de personas adolescentes experimenta pensamientos suicidas, siendo el acoso y ciberacoso factores que agravan esta situación. Con respecto al estrés emocional, un análisis de la Revista Clínica de Salud [9] indica que es un patrón que aumenta significativamente el riesgo, especialmente entre las niñas a partir de los 13 años.
En lo que se refiere a la salud mental, el “espectro” del suicidio está a menudo asociado con diversas enfermedades psíquicas, tal como lo señala el Catedrático de Psiquiatría y Psicología médica Enrique Rojas [10]. Según sus observaciones, alrededor del 90% de los intentos de suicidio están vinculados a distintas formas de depresión, haciendo que los y las jóvenes se sientan atrapados en un laberinto emocional. A menudo, este fantasma amenazante se presenta en forma de pensamientos intrusivos, impulsos obsesivos y ataques de ansiedad, lo que lleva a la necesidad urgente de estrategias de prevención. Las condiciones como la esquizofrenia o los trastornos de personalidad también pueden manifestar al fantasma, donde las voces invisibles para el mundo exterior pueden incitar a la autolesión.
ROSTROS A LA SOMBRA DEL SUICIDIO
¿Cómo reconocer las tentativas de suicidio? Es cierto que puede ser una sombra oculta a simple vista, pero se vislumbra perceptible en las señales que con frecuencia ignoramos y que el National Institute of Mental Health se ha encargado en subrayar. Hablar de querer morir, sentirse vacío, como una carga, o mostrar un dolor emocional insoportable son gritos de auxilio que el fantasma deja a su paso. Se evidencia en cambios de comportamiento, alejamiento de amigos, conductas temerarias o el uso de drogas. De igual modo, este espectro oscuro se disfraza tras la tristeza extrema o la ansiedad.
EXORCIZANDO LA PRESENCIA INVISIBLE
Para desvanecer el fantasma y evitar que cobre fuerza, es crucial anticiparse y actuar desde diferentes frentes: en las escuelas, con programas de concientización sobre la salud mental y campañas contra el bullying; en las familias, fomentando una comunicación abierta y educando sobre la importancia de la salud emocional; y en la atención médica, con un enfoque en el diagnóstico temprano y tratamiento adecuado de problemas psicológicos.
En segundo lugar, para pelear contra esta amenaza invisible con programas de prevención efectiva, la OMS propone una “vigilancia más intensiva y la integración del tema en las políticas nacionales de salud”.
En tercer lugar, hablar directamente con los jóvenes sobre sus sentimientos es una herramienta clave para disipar este fantasma. Conforme a Aldeas Infantiles [11], es fundamental utilizar un lenguaje claro y empático que no minimice su dolor, pero que tampoco lo estigmatice. Expresiones como «estoy aquí para ayudarte» o «no estás solo» pueden marcar la diferencia en momentos críticos.
Por último, los esfuerzos a nivel estatal, como un Plan Nacional de Prevención del Suicidio [12], deben avanzar hacia una estrategia multidisciplinar, que incorpore a psicólogas y psicólogos clínicos en Atención Primaria para detectar y tratar estos casos antes de que se conviertan en catástrofe.
Luego, la prevención, intervención y el apoyo continuo son esenciales para combatir este obstáculo sigiloso, pero devastador. Sin embargo, no hay que perder de vista otras líneas de acción que son voces opuestas a este tipo de protocolos. Hablando de “fantasmas”, en el artículo publicado en The British Journal of Psychiatry [13] se critica el objetivo de lo que los autores denominan «El fantasma de suicidio cero» en la prevención del suicidio, argumentando que es ineficaz y puede generar frustración, desconfianza y reprobación de las dificultades de salud mental. En cambio, consideran que hay que enfocarse en reducir las desigualdades sociales y mejorar el acceso a la atención de salud mental, promoviendo la autonomía personal. Es decir, en lugar de buscar la eliminación total del suicidio, proponen abordar las raíces sociales de este problema, como la injusticia social, a través de intervenciones eficaces y redes de apoyo comunitarias, evitando los efectos adversos de una meta que consideran “irrealista”.
BIBLIOGRAFÍA
[1] Casanova Varela, B. (2007). Leyendo a Hitchcock. Análisis textual de North by Northwest. Castilla Ediciones.
[2] García Jáñez, F. (2010). El fantasma del suicidio en el relato «Stephen» de Eugenio de Ochoa y en las litografías de Federico de Madrazo. En Actas del XVI Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas: Nuevos caminos del hispanismo (pp. XX-XX). Iberoamericana.
[3] Instituto Nacional de Estadística. (2024). Estadística sobre defunciones por causa de muerte, correspondientes al año 2022 (datos definitivos) y primer semestre de 2023 (datos provisionales). Muertes por suicidio y lesiones autoinfligidas según la edad.
[4] Torre-Luque, A. de la., Pérez-Diez, I., Pemau, A., Martínez-Ales, G., Borges, G., Pérez-Sola, V., & Ayuso-Mateos, J. L. (2024). Suicide mortality in Spain during the COVID-19 pandemic: Longitudinal analysis of sociodemographic factors. European Neuropsychopharmacology, 82, 29-34.
[5] Pérez Diez, I., Arias Rodríguez, P., Sánchez Carro, Y., & Torre Luque, A. de la. (2023). Informe sobre la evolución del suicidio en España en la población infantojuvenil (2000-2021). Universidad Complutense de Madrid, CIBERSAM ISCIII.
[6] Kuric, S., Sanmartín, A., Ballesteros, J. C. y Gómez Miguel, A. (2023). Barómetro Juventud, Salud y Bienestar 2023. Madrid: Centro Reina Sofía de Fad Juventud.
[7] Muela, A., García-Ormaza, J., & Sansinenea, E. (2024). Suicidal behavior and deliberate self-harm: A major challenge for youth residential care in Spain. Children and Youth Services Review, 158.
[8] Elu Terán, A. (Coord.), Aumaitre, A., Costas, E., Sánchez, M., Taberner, P., & Vall, J. (2021). Crecer Saludable(mente). Un análisis sobre la salud mental y el suicidio en la infancia y la adolescencia. Save the Children.
[9] Navarro-Gómez, N. (2016). El suicidio en jóvenes en España: Cifras y posibles causas. Revista Clínica y Salud.
[10] Rojas, E. (1978). Estudios sobre el suicidio (Vol. 23). Biblioteca Médica de Bolsillo, Editorial Salvat.
[11] Aldeas Infantiles. (2024, 9 de septiembre). ¿Cómo hablar con los jóvenes sobre el suicidio?
[12] Ministerio de Sanidad. (2022). Estrategia de Salud Mental del Sistema Nacional de Salud 2022-2026.
[13] Sjöstrand, M., & Eyal, N. (2023). The phantasm of zero suicide. The British Journal of Psychiatry, 222(6).