Hemos empezado el 2022 sellando una colaboración con la plataforma The Conversation para que los resultados de los estudios sobre adolescencia y juventud lleguen más alto y más lejos, como las ramas de los árboles que trepan y buscan luminosidad. También para «hacer la fotosíntesis» con otras ramas/hojas de la ciencia con las que intercambiar aire fresco y posibilidades de transversalidad en lo que hacemos.
La metáfora del árbol de la ciencia es poderosa. No en vano la utilizó Ramón Llull para divulgar la complejidad del universo cognoscible, distribuido más bien en un bosque con raíces y savia compartidas. También la utilizó Pío Baroja varios siglos después para titular la novela en la que retrata la crisis vital que atraviesa su protagonista, como reflejo de la crisis del mundo en el que vive. A ambos autores les tomamos prestadas sus ideas para poner de relieve la importancia de la transferencia del conocimiento hoy, que también atravesamos una crisis de las gordas e irreversibles y en las que la confianza en la ciencia puede estar viéndose, en cierta medida, cuestionada, por lo que tiene que ser defendida.
Desde el comienzo de la pandemia hemos estado aportando estudios sobre juventud y sociedad y vamos a seguir aportando en lo que venga. Aunque en marzo de 2020 todas y todos nos sentimos sobrevenidos con lo que estaba ocurriendo, no tardamos en ponernos las pilas y en empezar a enfocar los cambios que acontecían, especialmente en educación, trabajo, salud y bienestar de la juventud, siempre con las variables transversales del género y la tecnología y haciéndolo, siempre que ha sido posible, en red.
Ya en 2021 hemos seguido escalando a las ramas de la cima, cuando se ha constatado la definitiva necesidad de que Ciencias Sociales y Humanidades acompañen lo que estaba ocurriendo y que era necesario también incidir en las políticas, tratando siempre de complejizar la mirada sobre la juventud, como raíz. Y ojalá pudiéramos hablar de algunos brotes verdes, pero lo cierto es que los estudios de juventud no arrojan demasiada esperanza, por eso es fundamental que se conozcan y que la opinión pública tome conciencia de que sus aportes nos hablan de lo que está ocurriendo con tantas generaciones, algunas hijas de dos crisis. Generaciones que son semillas, valga la continuación de la imagen arbórea.
Y aquí es donde apostamos por The Conversation como plataforma de divulgación de contenidos. Creemos que la sabiduría sobre juventud acumulada en Fad durante sus treinta y cinco años de actividad, basada en la evidencia, merece el esfuerzo de ser incluida en todas las ramas de la ciencia posibles: la de la psicología, la de la pedagogía, la de la sociología, la de la comunicación, la del derecho, la de la antropología, la de la historia, etc. Y así, además de traducirse en programas, cursos, campañas o proyectos, el saber pasará a formar parte del capital cultural y científico compartido. Esa es la apuesta, nada más y nada menos.
Seguimos creciendo.
