Análisis y debateBlog

Inés Alberdi: «Las generaciones de mujeres jóvenes se quieren comer el mundo»

By 21 abril, 2023 mayo 2nd, 2023 No Comments

Inés Alberdi es parte del Comité Asesor del Centro Reina Sofía de Fad Juventud. Durante toda su vida se ha dedicado a la sociología, como vocación, tal y como titula su último libro, lo que le ha permitido enfocar diferentes temas de la sociedad española y mundial, desde la Universidad, desde la política autonómica y desde la ONU, entre otras dedicaciones. Es pionera en el enfoque de género en los estudios sociales y emérita en todo lo que haga, no solo como catedrática, sino también en las distancias cortas, cuando se mantiene con ella una conversación sobre jóvenes, sobre feminismo, sobre el negacionismo de la violencia de género o sobre transiciones a la vida adulta. Nos recibió el pasado 17 de marzo en su despacho de la UCM.

Inés, muchas gracias por atendernos. Empezamos contigo una serie de entrevistas a todas las personas que forman parte del Comité Asesor del Centro. Permítenos lanzarte una primera pregunta exploratoria, de disparo, desde nuestra posición de entidad que promueve el saber sobre juventud para hacer cosas por y con ella ¿Cuáles son las principales dificultades que enfrenta la gente joven hoy en día?

Muchos jóvenes sufren una cierta ansiedad por el futuro, una cierta inseguridad con respecto a su vida particular que se articula en tres planos: la vida estudiantil y profesional, la emancipación y la vida personal. Hoy en día tenemos más cosas, hay más tecnología, hay más riqueza en el mundo, pero quizás esa intranquilidad, esa inseguridad con respecto a su momento y a su futuro, y el no poder compartirlo, creo que son temas preocupantes.

Con respecto al trabajo o los estudios, la profesión, hay una mayor competencia y entonces es más difícil estar segura de ti misma o seguro de ti mismo. También el tema de la emancipación es duro, pues la mayoría de los jóvenes desearían emanciparse pronto, tener su propia casa, su propio lugar y por lo menos en nuestro país tienen que estar bastantes años dependiendo de sus padres, aun siendo ya mayores de edad. Y, por último, me parece relevante el tema de la pareja: es difícil compartir con alguien la ansiedad por el futuro porque es más difícil encontrar a alguien que te escuche. Los encuentros son mucho más fáciles, mucho más rápidos, pero menos estables, creo yo.

Es cierto que la conciencia de incertidumbre es más acuciante ahora. Ocurren cosas históricamente trascendentes de forma continua: salimos de una crisis, de repente hay una pandemia, de repente hay una guerra, de repente hay un terremoto que nos recuerda que hay otra guerra en Siria…

Seguramente está relacionado con que ahora todo lo conocemos y lo sabemos en tiempo real. Nuestro conocimiento de los problemas o de las tragedias es mucho mayor que el que teníamos de cualquier epidemia de hace 100 años. Ahora hemos conocido los aspectos personales, los aspectos familiares, los aspectos sanitarios. Lo hemos sabido todo de un día para otro.

Entonces eso marca más esa insatisfacción, esa inseguridad, esa angustia vital que ha habido siempre, pero que está más presente en las generaciones actuales. Entonces todo lo que sirviera para tranquilizar, para dejar a los jóvenes que se afirmen, que trabajen, que sean ellos mismos, sin inseguridad, sin angustia, serían vías útiles y efectivas de generación de oportunidades.  

Mujer joven escalando. Fuente: Pixabay. Autoría: StockSnap

En «La sociología como vocación», que incluye tu biografía y textos y reflexiones de toda tu carrera hasta el momento, queda clara tu apuesta por la perspectiva de género en investigación. Desde esta perspectiva, ¿crees que esto afecta, la ansiedad por la incertidumbre y la falta de oportunidades, de forma desigual a hombres y mujeres jóvenes?

Lo que yo creo y lo que he visto en mis investigaciones es las chicas tienen más ambiciones en el mejor sentido de la palabra. Es decir, se identifica que son generaciones de mujeres jóvenes que se quieren comer el mundo porque saben que están empezando a ser iguales que los hombres y que pueden tener aspiraciones y que pueden hacer carreras iguales a las de ellos. Esto también les plantea a las chicas problemas de competencia y de intranquilidad.

Pero hay una cosa que se demuestra históricamente: es mucho más fácil ir a más que seguir donde estás. Y en ese sentido, si piensas en las diferencias entre los hombres y las mujeres jóvenes, a lo mejor todavía a un chico de 20 o 25 años le es más fácil colocarse, le es más fácil abrirse camino en la vida, que a una chica, pero él sabe que va a hacer más o menos lo de las generaciones anteriores. En cambio, las chicas saben que se están abriendo mundos nuevos para ellas y entonces esa sensación de ir a más, de conseguir, de querer conseguir, es muy positiva y muy propia de las generaciones actuales.

El otro día me contaba una chica joven c´ómo escala rocas encima del mar. Maravilloso lo que hace. Es que me enseñó una foto y me quedé impresionada. Y esto era hasta hace poco un deporte de chicos. Ahora hay muchas chicas que hacen deportes de riesgo. Y aunque todavía les cuesta un poquito más a las mujeres abrirse caminos, yo creo que cada día van a más y quieren ir a más, y esto es fantástico.

Has sido directora ejecutiva de UNIFEM, el Fondo de Desarrollo de Naciones Unidas para la Mujer, y esto te habrá proporcionado una mayor perspectiva mundial y global de la situación de las mujeres. ¿Qué diferencias encuentras en los avances de las chicas jóvenes españolas en comparación a las del resto del mundo?

Si tú comparas a las españolas con el entorno europeo, el avance en igualdad de chicas y chicos españoles es mayor, porque, aunque en España ha sido más tardía, la evolución de la igualdad de género ha sido también mucho más intensa en muchos aspectos, más intensa que en Francia o que en Alemania, como países de referencia. Hay avances en igualdad, como la ley del matrimonio homosexual, por ejemplo, que influyen a las mujeres, pero también a los hombres, y contra la cual en Francia hubo manifestaciones, aquí eso no lo hemos visto. O sea, yo creo que sí, que España ha llegado más rápido.

Pero más bien la perspectiva que te da las Naciones Unidas es la de las grandes diferencias de oportunidades entre países democráticos y desarrollados y los que no. La mayoría de los trabajos que hacíamos en UNIFEM eran para potenciar avances en países en vías de desarrollo. Ahí sí que ves montones de mujeres, miles de mujeres magníficas, a las que se les cierran las oportunidades por leyes y tradiciones absurdas que las sitúan en inferioridad y generan discriminación. Todavía a nivel mundial hay muchísimo que hacer con respecto a la igualdad de género de las niñas y las mujeres jóvenes.

Mujer joven Guinea Bissau. Fuente: Pixabay. Autoría: ValeriaRodrigues

Concretamente, respecto al tema de la violencia de género, sobre la que has estudiado mucho también, empiezan a surgir percepciones preocupantes en gente joven que la banaliza, como sabemos por los resultados del último Barómetro Juventud y Género de este Centro. Aunque las leyes avanzan, parece que las mentalidades, algunas, van hacia atrás… ¿Cómo podemos entender este fenómeno?

Muchas veces se niega una realidad que no gusta. Y eso es malísimo, porque si no se acepta, no se corrige, porque cualquier problema social no existe hasta que se pone encima de la mesa. La violencia de género, hasta que se puso encima de la mesa a finales del siglo XX, no existía, era una manera de comportarse normal: estaba justificada en las leyes, estaba en la literatura, estaba en todas partes… Las primeras democracias, que son unas democracias estupendas y a todo el mundo se le llena la boca hablando de ellas, de la Constitución norteamericana, por ejemplo, decían que todos éramos iguales, pero no dejaban votar a las mujeres. Y eso ha marcado las mentalidades durante mucho tiempo. Son cientos de siglos de aceptar que las mujeres son ciudadanas de categorías inferiores.

Ahora que está encima de la mesa, yo creo que el negacionismo es una posición de rechazo, una mezcla de posiciones críticas con respecto a gobiernos que han hecho muchas reformas, a veces rápidas, que han obviado que en los temas de violencia de género hay que tener en cuenta que estamos todos implicados por esa herencia de mentalidades, precisamente. Se señala únicamente al colectivo masculino y hay parte que no lo puede admitir. Además, si las reformas son rápidas, de cualquier tipo, hay sectores a los que les cuesta asimilarlas.

Y esto influye a las posiciones más conservadoras, que además alegan que ya en nuestro país se vive estupendamente. Y es verdad que los crímenes horrendos se han reducido enormemente y también el maltrato sistemático a la cónyuge, pero ahora el maltrato es a un nivel de dignidad, de no dejar que te espíen, de no atreverse a espiar a tu pareja, por ejemplo. Es otro nivel de violencia.

Sí, parece que la violencia de género se ha ideologizado, como el feminismo. Sorprende que solo 7 de cada 10 chicas y algo más de 3 de cada diez chicos se declare feminista. Yo creo que declararse feminista, reconocer la posición de inferioridad atribuida históricamente a las mujeres, es casi como declararse persona.

Ahí juega también un papel importante que muchas gentes piensan que ser feminista es cosa de mujeres y yo creo que ser feminista es cosa, como tú has dicho, de personas, es defensa de los derechos de las mujeres. Y además ha sido así siempre.

Tú piensa, por ejemplo, cuando se votó por primera vez en cualquier Parlamento dar el voto a las mujeres. El primero fue en Nueva Zelanda en 1893. La líder del movimiento era Kate Sheppard. Ella fue la líder del movimiento sufragista, pero era un parlamento de todos hombres y votaron a favor del derecho. O sea que allí había una mayoría de feministas que eran hombres que querían dar el derecho de voto a las mujeres. Y lo han hecho miles de hombres a lo largo de la historia. El feminismo es cosa de todos, de personas, de demócratas.

Dando otro salto a las condiciones estructurales de la juventud española, en general ¿tiene solución que la pirámide de población envejezca sin parar, teniendo en cuenta las transiciones a la vida adulta cada vez más tardías y dependientes de la precariedad laboral, también el que seamos un estado “familista” culturalmente hablando? ¿Qué tipo de políticas harían falta? ¿O de iniciativas individuales?

Desde luego hay un trasfondo económico, el del desempleo juvenil, que es una causa importantísima de esta precariedad de transiciones, pero también está la dificultad de acceso a la vivienda, la falta de viviendas sociales. Apenas hay tradición en España de hacer viviendas sociales. Pero también es algo cultural, sí, porque esto no se da solo entre las familias con menos ingresos, se da también en muchas familias con muchísimos ingresos que deciden que los hijos y las hijas permanezcan en casa para cubrir parte de las tareas que requieren tiempo y así se dispone de más para el trabajo intenso de forma que se pueda prosperar. Y además es que es así porque los jóvenes empleados tienen unos horarios increíbles, entonces esos horarios increíbles son más llevaderos en una casa familiar en la que te lo tienen todo solucionado, que con una pareja y unos niños si te has independizado.

Familia joven con hijos. Fuente:Pixabay. Autoría: MabelAmber

No obstante, las condiciones materiales de existencia cuentan mucho, por lo que todo lo que hagamos por facilitar la vivienda independiente y la creación de empleo juvenil, de empleo juvenil de verdad con posibilidades de entrada, de salida, de promoción, contribuye a la facilidad de las transiciones. Creo que es urgente ocuparse de este tema y a mí me da la sensación de que, los últimos años, los gobiernos, tanto de la derecha como de la izquierda, han tendido a preocuparse más por la tercera edad que por los jóvenes, cuando en nuestro país hay más problemas sociales entre los jóvenes actualmente que entre la gente de la tercera edad. Y creo que deberían potenciarse más las políticas sociales para la gente joven porque no hay mucha conciencia.

Tenemos una de las tasas de desempleo juvenil más altas de Europa y esto no se vive políticamente como un problema, cuando sí pasa con las pensiones, por ejemplo. Ambas cosas tocan el mismo tema: las posibilidades de tener ingresos que perciben los individuos para poder subsistir. Otro ejemplo: la movilidad. Los mayores de 65 años viajamos gratis en el transporte público de la Comunidad de Madrid y los jóvenes tienen que pagar. Yo tengo unos ingresos mayores que mucha gente joven y me muevo en el transporte público igualmente, y disfruto del transporte público igualmente, pero yo debería pagar mi transporte público y algunos jóvenes por falta de recursos no deberían tener que pagarlo. Yo no digo todos los jóvenes, pero sí vincular este tipo de ayudas a los recursos. Es más complejo de gestionar, pero me parecería más justo.

Y, en general, puede que las políticas sociales en jóvenes sean más difíciles de gestionar, pero debería existir una conciencia más fuerte sobre la necesidad de implementarlas. Mi interpretación de esta falta de conciencia es la razón política de las elecciones. La democracia se basa en elecciones. Es la mejor alternativa política que conocemos, pero tiene un problema: cada cuatro años hay que votar y pedir voto y tienes que pensar en agradar a los electores. Y resulta que los mayores acuden masivamente a votar, mientras que los jóvenes no. La conciencia política, la conciencia democrática y la conciencia del valor del voto aumentan con la edad. Y entonces, claro, pues el político que quiere que le voten, vigila su territorio. A lo mejor habría que insistir más en la politización de los jóvenes.

Ya han demostrado que pueden poner en primera línea del debate público algunos temas…

Eso es. Yo creo que la conciencia con respecto al planeta ha salido de las líneas de gente joven, también la defensa de las ballenas, la defensa de la lucha contra la polución. Y eso sí que ha sido gracias a un movimiento juvenil que ha tenido que oponer resistencia al entorno inmóvil, organizado y consagrado de las políticas de las instituciones internacionales. Se trata de temas capitales a los que los gobiernos no daban mucha importancia hasta que la juventud los ha sacado a relucir. También el tema del género, que, aunque cuando empezó no era una lucha juvenil (aunque en todos los países hubo mujeres jóvenes y mujeres mayores que se movilizaron) yo creo que ahora sí lo es.

Y, en general, la movilización más reciente en todos los países desarrollados es sobre todo juvenil. Hay montones de organizaciones, de grupos que se dedican a las cosas más diversas, hay mucha gente joven en general que se interesa por hacer cosas. La gente joven es curiosa, no está politizada en el sistema, en el aspecto tradicional, como indicábamos antes, ni en voto ni en participación en partidos políticos, o lo está de forma minoritaria, pero sí está movilizada en el asociacionismo, en el voluntariado. Es un fenómeno tanto español como de la mayoría de los países europeos. Hay muchísima gente joven que está en asociaciones y en cosas voluntarias, lo cual es una manera de hacer política más moderna, de involucrarse en asuntos públicos, diferente a la política tradicional. Y en esto creo que hay un cambio con respecto a la juventud mía de hace 50 o 60 años. Ahora la juventud consigue poner encima de la mesa algunos temas que nos resistíamos a poner la gente mayor.


*La imagen de cabecera de la autora ha sido cedida por el fotógrafo José María Sánchez Bustos y fue tomada el 15 de marzo de 2023.

Leave a Reply