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Los valores de la juventud española, con Javier Elzo Imáz

By 9 diciembre, 2024 diciembre 17th, 2024 No Comments

La Navidad, esa época del año que, por su carácter invernal, se vuelve propicia para la reflexión. Un momento en el que, al menos en el hemisferio norte, solemos replantearnos muchos aspectos de nuestras vidas: las tradiciones y culturas, las experiencias, cuál ha sido nuestro consumo y si estamos siendo sostenibles, la dieta, o el equilibrio entre salud, bienestar y trabajo. También, si hemos cumplido con nuestras metas anuales, cuál es nuestra conexión con la comunidad, la manera en la que estamos conduciendo nuestras relaciones, nuestro estilo de vida y si nos guiamos por los valores en los que confiamos y consideramos imprescindibles. Sin embargo, en todos estos pensamientos que nos pasan por la cabeza, ¿nos hemos planteado qué le piden los y las jóvenes al año 2025? ¿Cuáles son ahora los valores de la juventud?

Precisamente por ello, hemos invitado a charlar en Análisis y Debate a Francisco Javier Elzo Imáz, catedrático emérito de la Universidad de Deusto y miembro asesor de Fad Juventud, para hablar de los valores juveniles en la actualidad:

Parece que en todas las épocas hay un patrón que dice que las personas jóvenes tienen menos valores que antes. El propio Platón [1], poniéndolo en palabras de Sócrates, ya lo mencionaba. Ahora se dice que la juventud “no tiene valores”. ¿Es la misma historia de siempre?

Para responder hay que definir dos maneras de entender los valores desde una perspectiva sociológica. Un primer criterio para definir el concepto de valor supone pensar a qué cosas damos más importancia en la vida: si al dinero, al amor, a la diversión, a tener éxito o a conseguir un matrimonio que funcione muy bien. El segundo criterio se refiere a qué tipo de acciones justificamos o rechazamos. Por ejemplo, ante el divorcio, la pena de muerte o la tortura para obtener una información fundamental. Por otra parte, evidentemente, los valores surgen en un contexto determinado, salvo que se trate de generalidades. Es decir, según el contexto, puedo considerar prioritario un valor u otro.

Entonces, ¿han cambiado los valores? Pues sí, han cambiado en el sentido fundamental de que los valores se han acomodado a la sociedad en la que vivimos. Cuando España vivió una crisis muy grande de pobreza, el valor fundamental era lograr un nivel de vida normal. Se llegó a decir “pan todos los días”. Por poner otro ejemplo, cuando termina el periodo franquista con la muerte de Franco en 1975 y comienza la Transición, un valor fundamental era la libertad. Si pensamos en ello, hoy en día los mayores problemas son de otro calado, básicamente de tipo económico.

 ¿Qué diferencias clave ha observado entre los valores y creencias de la juventud actual y la de décadas anteriores? ¿Cree que los valores de la juventud han cambiado con la pandemia?

Hay muchos analistas que comentan que la pandemia ha modificado los valores, que hemos aceptado o reconocido el riesgo al que estamos expuestos y que nos puede pasar cualquier cosa, como que un «bichito» haya dado la vuelta al mundo. Eso es verdad, pero yo no creo que la pandemia haya cambiado tanto los valores. Opino, sin embargo, que lo que hemos hecho es adaptarnos a nuevas circunstancias después de la pandemia, que no es lo mismo que cambiar.

Basándonos en las investigaciones que hizo con Fad Juventud y la Fundación Santa María [2], así como en un artículo suyo para la Universidad de Deusto, ¿cuáles son los valores dominantes que guían a los y las jóvenes en la actualidad?

Si pienso en el ahora de las personas jóvenes de toda España, y se tiene en cuenta el término valor entendido como “cosas que se desean” o como “objetivos prioritarios en la vida”, para la juventud es un valor fundamental encontrar un empleo en el que, de alguna manera, pueda realizarse. La juventud actual, a diferencia de otras generaciones anteriores, no acepta cualquier empleo. Un joven, si tiene alguna formación, normalmente exige que sea un trabajo en el que, además de ganarse la vida, pueda hacer cosas que le resulten de interés. Por eso hay una demanda de empleo de calidad. Calidad significa en este caso disfrutar del tiempo libre y que las horas dedicadas al empleo valgan la pena.

Después, quizá yo voy a sorprender con esto, pero la juventud, al menos la que yo estudié con más ahínco y cuidado, valoraba muy positivamente la honradez, no engañar. Valoraban que se pagaran los impuestos, no marcharse de un bar sin pagar lo que se había tomado, etc. Detestaban a las personas que se enriquecían de forma inapropiada e injusta. Creo que eso sigue siendo un valor importante hoy en día. Evidentemente, hay jóvenes y jóvenes. Es decir, la juventud no es una categoría homogénea y no todos los jóvenes son iguales; por eso se habla de tipologías de jóvenes.

Además, los y las jóvenes conceden mucha importancia a lograr una pareja estable. Distinguen muy bien lo que es una pareja ocasional, con la que pueden tener una relación íntima, de una persona con la cual quieren compartir la vida. Lo que les cuesta es que la sociedad les pide que sea un compromiso para siempre, pero eso en realidad no se cumple. De hecho, en España, más de uno de cada dos matrimonios se rompe [3].

Otro valor positivo es que la juventud española, comparativamente con los y las jóvenes de otros países de Europa, es tolerante, acepta al diferente. Eso lo sabemos porque, desde el año 79, estamos haciendo la pregunta: “¿A qué personas no te gustaría tener como vecino?” en la Encuesta Europea de Valores.

Si tuviese que escoger, ¿cuál o cuáles son los discursos dominantes juveniles sobre sus valores?

El discurso dominante para el conjunto de la sociedad es ciertamente el dinero, que equivale a la disponibilidad de recursos para poder hacer una cosa u otra. Pero a la franja joven el dinero no le importa tanto. A ellos y ellas les importa más la perspectiva que tienen: si van a dar con una pareja estable, si van a encontrar un trabajo que responda a sus deseos y que les guste. No obstante, viven en una sociedad en la que el primer valor es el dinero, y a través del dinero se encuentra todo lo demás. De hecho, a veces llegan a final de mes gracias a la ayuda de las familias y las comunidades. Por tanto, el factor económico es fundamental.

Luego, para la población adulta, y a medida que se van haciendo mayores, es esencial la salud. En ese sentido, es muy importante cuál sea el sistema sanitario.

Entonces, ¿qué papel juegan las familias y las comunidades locales en esa transmisión de valores y creencias a los y las jóvenes?

Pues yo diría que ahora las familias y las comunidades influyen menos que antes, porque creo que vivimos una crisis de valores. ¿Qué quiere decir la palabra “crisis”? Discernimiento de valores. Y hay crisis de valores cuando hay un cambio. Entonces, en la Transición política española no había esa crisis de valores porque se sabía muy bien qué era lo que hacía falta: libertad, básicamente.

En este momento, en el que hemos alcanzado un buen nivel de vida… Ojo, no me olvido de que hay gente que anda mal de dinero y que tiene dificultades para pagarse un piso. Ahora bien, no hay que olvidar que en el presente existen muchos elementos de ayuda para las personas con necesidades primarias. En ese sentido, la familia es clave.
Si es una familia relativamente cohesionada, sin la menor duda juega un papel fundamental como factor socializador en la edad infantil, hasta aproximadamente los 10 años. Es en esa etapa cuando los niños y las niñas todavía no tienen formado su esquema mental ni su forma de entender las cosas. En ese momento aceptan normalmente lo que les dicen sus padres.
Si, por el contrario, es una familia que se lleva mal entre sí (que son las menos, tanto antes como ahora), no hay transmisión de valores o incluso se transmiten contravalores: hacer lo contrario de lo que los padres indican. O, por ejemplo, si se trata de una familia con muchos recursos, en la que los padres prácticamente no están con sus hijos porque cuentan con mucha ayuda doméstica, la influencia de los padres es mínima. O sea, usted puede tener una familia burguesa en el sentido técnico del término, y esa familia no va a educar a sus jóvenes.

Respecto a esto, no puedo olvidar una pequeña anécdota: Hace trece años fui a una conferencia en una localidad importante de España. La conferencia la pagaba un alto cargo del banco. Después me invitaron a cenar y, a solas con el director, me dijo: “Mire, yo hago todo lo que puedo por mis hijos. Por mi trabajo no puedo dedicarles mucho tiempo, pero les he pagado el mejor colegio. En casa tienen una persona que los ayuda todo el tiempo. Y, aun así, tengo la impresión de que mis hijos se me escapan, que no soy capaz de entrar en contacto con ellos. ¿Qué cree usted que debo hacer ahora?”. La respuesta era muy clara: dedíqueles más tiempo. Calcule de otra manera lo que va a hacer en las ocho horas de trabajo e invierta alguna hora en su familia. Esto lo he visto bastante a menudo en personas con muchos recursos.

 

¿Educar y educar en valores para usted es la misma cosa [4]?

Hace bastantes años trabajé construyendo un barrio de Bilbao que se llama Uretamendi. Me acuerdo de un problema muy serio con las familias más pobres de las chabolas: vivían robando. Estas personas enseñaban a sus hijos e hijas a robar y a evitar que les pillaran. Educaban con esos valores: el de la rapiña, el de ser listo, el de ser capaz de engañar y coger cosas de una tienda o de donde fuera. Por eso, educar sin valores no es posible. Se puede educar en contravalores, con valores negativos.

Aparte de no educar en contravalores, ¿cuál es la labor de la educación en la construcción de valores?

Básicamente, transmitir unos valores que nos ayuden a orientarnos y centrarnos en la vida, a ser capaces de tomar decisiones. No se trata solamente de transmitirles lo que está bien y lo que está mal, que me parece muy importante, sino de educarles en lo que yo llamo «la estructura psicológica de la persona». Para que la joven o el joven sea capaz de afrontar las dificultades que puedan encontrar en su vida cotidiana. En ese sentido, la educación en valores es clave, no solamente desde el punto de vista ideológico, sino también desde la formación integral de la persona.

Hablando de educación, ¿qué papel juegan las redes sociales o los influencers (figuras públicas) en la percepción de la juventud sobre temas sociales, políticos y éticos?

Observo que las redes sociales están teniendo una importancia muy grande. En el último estudio que realizamos, entre 2018 y 2019, ya aparecía esta tendencia. ¿Qué hay que hacer en ese momento? A mí me parece que una asignatura fundamental en la enseñanza de las generaciones jóvenes es que aprendan a “leer” Internet; enseñarles a saber cómo enfrentarse y afrontar todo el canal de información, estímulos y juicios de valor que provienen de la red. Hace falta un control sobre lo que ven.

¿De qué manera la globalización cultural ha influido en los valores de las personas jóvenes?

Ha influido más en las partes del mundo que tienen un nivel de vida alto, entre las que está España. Si usted va a una tribu africana, es posible que no reciban todos los estímulos que recibe un joven en España a través de los medios de comunicación. Sin embargo, la juventud cada vez ve menos televisión y oye menos radio. Cada vez más se socializa en redes sociales, en grupos de amigos y en la escuela. Teniendo en cuenta esto, creo que a los y las jóvenes no les va a importar tanto la globalización porque la perciben como parte de su vida real. Si les gusta el fútbol, por ejemplo, se darán cuenta de que España juega con prácticamente todo el mundo.

¿Qué opina de la denominación de la Generación Z como la “generación de cristal”? ¿Es verdad que es una generación especialmente sensible, creativa, incomprendida y que tiene dificultades para comunicarse?

Yo creo que la Generación Click es, en mi opinión, la denominación más acertada. La juventud europea está conectada a través de un clic, de un ordenador o de su móvil. Mi nieta mayor tiene diez años, y desde los ocho o nueve ya pedía un móvil. La juventud actual, en cuanto tiene un móvil, ya está conectada con el resto del mundo. Pero se conecta básicamente con sus amigas y amigos. Por esta razón insisto en educar sobre el uso del móvil, ya que es un elemento esencial que los más jóvenes acabarán teniendo.

¿Cuáles son los principales desafíos que enfrentan las personas jóvenes hoy en día para desarrollar su propio sistema de creencias y valores en esta sociedad?

El principal desafío, ahora y siempre, ha sido y será la formación de una persona autónoma y responsable. ¿Y eso cómo se hace? Mediante la educación, que tiene varios agentes. Uno de los más importantes es la escuela.
He dado muchas conferencias en Barcelona y recuerdo que había un problema porque las personas de la zona podían mandar a sus hijos o hijas a un centro que estuviera en su barrio. Algo similar ocurre en San Sebastián. Entonces había familias que se mudaban de barrio porque en otro había un centro que les gustaba más. La idea de que los padres puedan escoger el centro más cercano a sus puntos de vista es un argumento muy válido, aunque soy consciente de que esto puede generar sesgos: las familias más ricas y mejor formadas suelen vivir en los mejores barrios, donde habrá también mejores centros.

 

BIBLIOGRAFÍA

[1] Platón. (2008). Protágoras (J. L. M. Rivas, Trad.). Editorial Gredos. (Trabajo original publicado en el año 380 a.C.)

[2] Elzo, Javier, Megías, Eusebio, Ballesteros Guerra, Juan Carlos, Rodríguez Felipe, Miguel Ángel, & Sanmartin Ortí, Anna. (2014). Jóvenes y valores (I). Un ensayo de tipología. Madrid: Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, Fad Juventud.

[3] Leguina Herrán, J. 2024. El divorcio en España. Madrid: Observatorio Demográfico de CEU-CEFAS. ISBN: 978-84-19976-19-2.

[4]  Instituto de la Juventud de España. Sondeo de Opinión y Situación de la Gente Joven. (2014, noviembre). Jóvenes, valores y ciudadanía: Sondeo de opinión 2014 (2ª encuesta).

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