Uno de los bloques temáticos del Barómetro sobre juventud y género aborda las cuestiones relacionadas con el sexo y la sexualidad. En este artículo queremos adentrarnos en los aspectos respecto a los que el género determina opiniones más diferenciadas. Más allá de datos concretos en relación a hábitos y comportamientos sexuales, diferencias en la percepción y en las expectativas en torno a la sexualidad, su importancia, y los valores que pone en juego; tan importantes por cuanto nos remiten directamente a representaciones sociales que contribuyen a dotar de significado a los universos de lo masculino y lo femenino, así como a las posibles discriminaciones que se ponen en juego.
Si nos centramos en las cuestiones que despiertan valoraciones más dispares por género (y teniendo en cuenta el tramo de edad de 15 a 29 años), la mayor diferencia se produce respecto a que “a veces hay que aceptar [tener sexo] aunque no apetezca para no perder la relación”, cuestión con la que las mujeres no están de acuerdo (tramo 0 a 3 de una escala 0 a 10, en la que 0 es “nada de acuerdo” y 10 es “totalmente de acuerdo”) en un 69,3%,nada menos que 23 puntos por encima de los hombres, que en su mayoría muestran algún grado de acuerdo con tal afirmación (el 20% en alto grado).
También existen diferencias muy destacables en relación a que “las personas que no desean tener relaciones sexuales son raras”, idea frente a la que la gran mayoría de las mujeres muestra desacuerdo (73,5%), mientras el desacuerdo de los hombres es poco más de la mitad (52,7%), por un 22,1% de ellos que se muestra de acuerdo en un grado alto (casi doce puntos más que ellas). Y también algo más de veinte puntos de diferencia existe en la valoración de que “las personas homosexuales son más promiscuas”: un 62,9% de ellas no están de acuerdo, por un 42,4%de ellos (mientras que una cuarta parte de los chicos está bastante o muy de acuerdo con esa idea).
En un tercer nivel en cuanto a las diferencias de valoración entre hombres y mujeres estaría que “para una chica es más fácil tener relaciones sexuales si quiere que para un chico”, que es algo con lo que ellos están de acuerdo en un 53,8%, lo que supone 18,5 puntos de diferencia respecto a ellas (hay más chicas que muestran alto desacuerdo que alto acuerdo en relación a tal cuestión). Y casi 18 puntos de diferencia despierta que “en una relación sexual es más importante satisfacer a la pareja que a uno/a mismo”, algo con lo que el 57,4% de las mujeres no está de acuerdo, cantidad que se reduce al 39,7€ entre los chicos (que en un 28,9% muestran un alto acuerdo, 16 puntos más que ellas).
En torno a la mitad de mujeres muestra alta aceptación respecto a la idea de que un hombre o una mujer “tengan relaciones sexuales desde el primer momento que conocen a alguien” (puede resultar sorprendente que tal aceptación sea del 52,2% pensando en el hombre, y del 49,8% pensando en la mujeres). Si bien en el conjunto de posiciones que indican algún grado de acuerdo con esta idea, tanto hombres como mujeres presentan porcentajes similares (en torno al 73%), lo cierto es que si centramos el foco de atención en las valoraciones que suponen un acuerdo en un mayor grado (posiciones 7 a 10 de la escala), los resultados apuntan diferencias notables. Así, los hombres aceptan en menor medida tales ideas: el 37,1% está bastante o muy de acuerdo con que “es aceptable que los hombrestengan relaciones sexuales desde el primer momento que conocen a alguien”, y el 36% con que “es aceptable que las mujeres tengan relaciones sexuales desde el primer momento que conocen a alguien); en ambos casos, por tanto, las mujeres se muestranentre 14 y 15 puntos por encima de los hombres.
Prácticamente la mitad de los hombres muestra algún grado de acuerdo respecto a que “si un chico no tiene relaciones sexuales frecuentes quedará como un bicho raro”, proporción que resulta casi trece puntos superior a la de las mujeres. En una línea similar, el 35,9% de ellos muestran un acuerdo alto con que“los chicos tienen más necesidad de sexo que las chicas”, proporción que supone seis puntos más que ellas (en este caso, además resulta relevante que hay mayor proporción de chicos que muestran alto acuerdo que quienes señalan escaso o nulo acuerdo, algo que entre las mujeres ocurre al contrario).
En cuestiones como que “cuando se tiene pareja la fidelidad es muy importante” y que“es importante aplazar las relaciones sexuales hasta que se tenga una pareja estable “, las mujeres muestran mayor acuerdo que los hombres, con diferencias que oscilan entre los siete y los ocho puntos.
El resto de cuestiones planteadas (“para las chicas suele ser más difícil que para los chicos separar el sexo del amor”, “si una chica tiene relaciones sexuales frecuentes quedará como un bicho raro”, “en general, los chicos son más promiscuos que las chicas” y “las chicas son más fieles que los chicos”), las diferencias entre géneros son menores a los cinco puntos; menos reseñables, por tanto.
En resumen, las mayores diferencias indican que ellas están más de acuerdo que ellos con que no hay que ceder ante la presión para tener sexo, que no hay necesidad de tener sexo para ser una persona “normal”, que un chico no es un “bicho raro” si no tiene sexo habitualmente, y también aceptan en mayor grado el hecho de tener sexo en la primera cita. Mientras, ellos están más de acuerdo que ellas con que la homosexualidad implica más promiscuidad, con que es más importante satisfacer a la pareja que a uno mismo (frente al estereotipo del hombre individualista y egoísta, parece prevalecer el de una masculinidad basada, entre otras cosas, en la capacidad para satisfacer sexualmente a su pareja), y con el axioma coloquial que dice que ellos siempre quieren mientras ellas siempre pueden (tener sexo). Cuestiones estas que ponen sobre la mesa la manera en que elementos como la capacidad sexual y la demostración se constituyen en factores que dotan de sentido a una manera de entender la masculinidad, al tiempo que proyectan sobre las mujeres una capacidad de control y decisión que a la postre resulta casi inoperante, o difícilmente manejable por ellas, cuando se enfrenta a los estereotipos más sexistas y machistas sobre las chicas que están dispuestas a tener sexo; es decir, cuando se le pide a las mujeres un equilibrio casi imposible entre estar disponible pero no mostrarse disponible (Megías, Rodríguez, Méndez y Pallarés, 2005).
Pensando en los elementos que consideran prioritarios a la hora de tener relaciones sexuales, mujeres y hombres también muestran algunas diferencias destacables, sobre todo en dos cuestiones. Por un lado, aunque tanto ellos como ellas señalan que “conseguir el disfrute de las dos personas” es elemento más importante, las chicas lo señalan en un mayoritario 61,7%, mientras ellos lo mencionan en un 46,4%. Teniendo en cuenta que habíamos visto que ellas muestran escaso acuerdo con que “en una relación sexual es más importante satisfacer a la pareja que a uno/a mismo” (algo respecto a los que los chicos muestran bastante más acuerdo), parece claro que las mujeres se plantean más el disfrute y le placer de las relaciones sexuales en términos de igualdad entre ambos sexos, mientras la postura de ellos es mucho más complicada de analizar desde la mera observación cuantitativa de los datos, pues parece oscilar entre la mayor preocupación por ser capaz de satisfacer a la pareja sexual, y la menor consideración de la necesidad de que ambas partes disfruten por igual. Probablemente, equilibrio en el que entran en juego determinadas cargas de la concepción más sexista de la masculinidad, y el imaginario colectivo en torno al estereotipo de la complejidad femenina frente a la simplicidad masculina, también en lo que al sexo se refiere.
Por otro lado, existen diferencias destacables en la priorización de que algo esencial a la hora de tener relaciones sexuales es “adoptar las necesarias medidas anticonceptivas”, señalado por un 43,4% de las mujeres, por un 32,4% de los hombres. Diferencias que nos remiten al discurso que atribuye la responsabilidad y capacidad de control a las mujeres, que en el sexo tendría que ver con que son ellas quienes se tienen que preocupar por adoptar las medidas anticonceptivas, frente a la “naturaleza” teóricamente despreocupada y sexualmente desbocada de los hombres (Megías, Rodríguez, Méndez y Pallarés, 2005)
El tercer elemento más señalado en conjunto (la pregunta era de respuesta múltiple, con un máximo de tres opciones) es “la mutua atracción de la pareja”, algo más señalado por los hombres que por las mujeres: 37,2% por 34,9%. Si bien la diferencia es escasa, sí resulta reseñable que ellos sitúan esta cuestión en segundo lugar, por encima de la adopción de medidas anticonceptivas.
El resto de opciones son menos escogidas, se priorizan de la misma manera, y presentan diferencias poco relevantes, salvo en tres casos. Mientras son las mujeres quienes escogen en una medida bastante mayor las opciones que señalan claramente en primer lugar, ellos puntúan por encima de ellas cuestiones menos destacadas en términos generales: el 30,3% destaca la importancia de “que se haga con pasión” (casi ocho puntos por encima de las mujeres), el 21,8% “que se haga de diferentes formas, escapando de la rutina” (siete puntos más que ellas), y el 18,6% “conseguir el disfrute de la pareja” (cinco puntos por encima de las mujeres, reforzando los datos vistos anteriormente).
Finalmente, en relación a otras cuestiones de la sexualidad que también implican valoraciones diferenciales, es destacable que las mujeres aceptan bastante más las principales opciones sexuales propuestas. Siendo la gran mayoría de la muestra heterosexual (85,8% de los hombres y 81,2% de las mujeres), el 84% de ellas acepta totalmente la homosexualidad (por un 66,2% de ellos), el 80,1% la bisexualidad (quince puntos más que los chicos), y el 79,3% la asexualidad (62,5% entre los chicos). Incluso aceptan más la heterosexualidad: 91,7% ellas frente a 88,1% de ellos. Es decir, tolerancia bastante superior de las mujeres respecto a opciones sexuales variadas y diferentes a la propia. Algo que contrasta con el hecho de que existe más apoyo del entorno cuando es el hombre quien tiene una opción distinta a la heterosexual: mientras los hombres jóvenes no heterosexuales sienten totalmente el apoyo y comprensión de los amigos/as (77%), el entorno en general (60,8%) y la familia (59,2%), las mujeres en la misma situación sienten ese apoyo en menor medida (70,6% en el grupo de amigo/as, 51,4% en la familia, y 46,7% en el entorno en general). Por tanto, comprensión y apoyo menos claro con mujeres que, por su parte, sí se muestran comprensivas y tolerantes con opciones sexuales distintas. No en vano, la cuarta parte de ellas manifiesta que encuentra “difícil o muy difícil” vivir plenamente la orientación sexual escogida (el 22,5% de los chicos así lo indica).