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Carla de CANAE: «La regulación sobre participación estudiantil no ayuda»

By 14 febrero, 2023 febrero 16th, 2023 No Comments

Tiene 19 años, estudia Ingeniería Industrial y desde los 12 años lleva implicándose con entusiasmo en todo aquello que afecta a la participación estudiantil y la convivencia escolar. Hablamos de Carla Montalvà Bonet, una joven activista que lleva la Secretaría y Coordinación del Área de Incidencia Política en la Confederación Estatal de Asociaciones de Estudiantes (CANAE) . Carla tiene una amplia experiencia en temas de participación, por eso la hemos invitado a nuestro blog Análisis y Debate. Así nos ha contado de primera mano esas nuevas fórmulas que necesitan los y las jóvenes para que sus voces suenen altas y claras en el ámbito educativo:

¿Cuál es el nivel real de participación juvenil en la escuela y los modelos educativos que les atañen?

Depende mucho del centro educativo en el que estés. La Ley de Educación te permite participar y proponer en tu centro, en el consejo escolar, y organizar actividades. Pero hay equipos directivos y profesorado de los centros reacios a la participación del alumnado. En otros centros donde todos los sectores están representados y buscan colaboración juvenil al máximo depende de que el estudiante tenga ganas de participar en el instituto o no.

A todo esto, el modelo educativo de cada centro escolar influye. La diferencia es que en un instituto público es mucho más difícil participar que en centros concertados o privados, porque en los privados o concertados no hace falta tanta burocracia. O sea, no dependen de la Administración para hacer una reforma que en ocasiones pueden pasar meses para aprobarse. Entonces, como es más fácil de conseguir en centros privados o concertados, no hay tanta predisposición estudiantil a la participación como la que hay en los centros públicos.

En un contexto de clara desafección de adolescentes y jóvenes por las instituciones, ¿cómo puede encontrar su sitio el fomento de la participación juvenil?

En ese contexto de rechazo, la administración es una institución muy lejana a la ciudadanía. Yo la veo ahí, como una élite que, desde arriba, me está mandando hacer mil cosas para poder cambiar algo muy pequeñito. Siento que la sociedad nos trata de una manera inadecuada. De hecho, no puedo ni emanciparme. Luego, con lo complicado que es todo, aún tengo menos tiempo y menos ganas de ponerme a luchar contra la administración pública o las instituciones. Por tanto, hay prioridades, por decirlo de alguna manera. En algún momento podemos hacer alguna manifestación, huelga, o intentar cambiar algo de las instituciones, pero si a la primera no lo consigo por una vía sencilla, desconecto de eso.

EL ENCUENTRO ENTRE LA EDUCACIÓN FORMAL Y NO FORMAL

En base a ello, ¿qué ámbitos son los más propicios para la participación juvenil?

Precisamente la educación no formal es la clave. A parte de ser un modo ameno de transformar la educación formal y de desarrollar habilidades y competencias personales y sociales, fomenta aspectos que muchas veces en el ámbito educativo, o en nuestra vida cotidiana, no logramos. Con ello es más fácil crear propuestas o cualquier documento para poder incentivar la participación juvenil.

A través de la educación no formal tratamos aspectos como la inteligencia emocional con actividades, compartiendo nuestros sentimientos hacia otras personas y con el equipo para detectar exclusión.

En ese lugar común, ¿qué valor tiene el tejido asociativo de estudiantes en la participación juvenil?

Tiene un valor muy elevado. No solo a nivel interno, sino a nivel externo de cara a cualquier entidad con la que quieras colaborar. Por poner un ejemplo de primera mano, en CANAE elaboramos un manifiesto conjunto sobre la salud mental. Como consecuencia, si las asociaciones y confederaciones se unen con un documento de propuestas, el tejido asociativo, evidentemente, representa a una parte más amplia de la sociedad y se genera, pues, más fuerza frente a las instituciones.

Y, ¿crees que la participación escolar desde la acción comunitaria es importante?, ¿de qué modo?

Sí, lo es. En este terreno desarrollas habilidades que no consigues tanto en el ámbito escolar. Es el caso de dirigirse a una asociación vecinal en tu barrio. Allí, sin necesidad de tener tu propia asociación, conoces a otra gente de diversas edades, aprendes sobre las diferentes realidades y situaciones de esas personas. Además, relacionarse ayuda a mejorar tu salud mental porque sientes que estás contribuyendo a una causa común.

Además, como delegada de clase en la universidad, constaté que si la acción comunitaria es física es mejor, porque hay más intercambio de experiencias. Sin embargo, hay formas online de participar útiles para dar continuidad a un encuentro presencial, organizando una charla o taller.

LAS TIC COMO CANAL DE PARTICIPACIÓN

Al hilo de lo anterior, ¿qué grado de importancia tiene y cómo redefine el escenario actual el contexto tecnológico en la participación juvenil?

El avance tecnológico ha sido imprescindible. Antes de la COVID-19 el nivel de participación era mucho menor porque se entendía que una acción por Internet se iba a hacer mal por defecto. Después de la pandemia, tuvimos que adaptarnos muy rápido al formato online y, en ese sentido, la verdad es que ganamos calidad de vida y tiempo.

En cuanto a redes sociales, por un lado, es beneficioso. El voluntariado, ya sea de mi entidad o de otra, ve mucho más reforzada su difusión, comunicando en profundidad y de manera más directa. Simplemente con una historia de Instagram o haciendo un Tik Tok puede participar mucha más gente o preguntar dudas e intereses sólo con enviar un mensaje directo. Por otro lado, hay que ir con cuidado con lo que cuelgas para promocionar tu entidad, porque puedes cometer un error y que se haga viral. Es crucial no hacer caso de elementos como las fake news y contrastar la información para que sea verídica.

¿Esa esfera tecnológica ocasiona nuevas brechas de participación estudiantil?

Es más difícil para aquellos y aquellas estudiantes que no tiene recursos para poder comunicarse con nosotros. Es cierto que hay padres y madres que a lo mejor no saben cómo funcionan estas redes sociales o cómo funciona un dispositivo. En nuestro caso no nos afecta mucho la brecha por edad, porque es alumnado bastante joven.

¿Y ha dado lugar a nuevos perfiles de participación?

Anteriormente había un perfil más homogéneo de buenos estudiantes, responsables, que destacaban intelectualmente y se dedicaban 100% al instituto. Ahora, gracias a las redes sociales o por los canales por los que nos estamos dando a conocer, hay más variedad. Chavales y chavalas que a lo mejor no ponen interés en las clases, pero sí que están interesados en participar y en cambiar lo que pasa en su entorno. Te das cuenta de que en un encuentro asociativo vemos la misma diversidad que en las aulas: el “malote” de clase, alguien más «pasota» o bromista, e, incluso, mujeres musulmanas que en su cultura a lo mejor es impensable que participen y fuera de lo online resultaría chocante para sus familias. Estos perfiles nuevos están participando porque aplicas la educación no formal y esa modalidad sí les gusta.

Continuando con aspectos negativos al respecto, ¿qué problemas de convivencia escolar crees que se dan actualmente entre los y las jóvenes?

Tras la pandemia ha ido prosperando el ciberacoso, la gente que acosaba en las clases pasó a hacerlo online. Esto es preocupante porque el ciberbullying es mucho más difícil de detectar que el acoso presencial.

Sin asociarlo a los confinamientos, desde hace un tiempo, y conforme ha ido creciendo el poder de las fuerzas políticas, han surgido polémicas notables en los medios y las redes sociales. A raíz de ello, se ha producido un cambio en el mundo que te muestra el discurso de odio de la extrema derecha contra la extrema izquierda, reflejándose en las aulas educativas y repercutiendo de mala manera sobre la convivencia escolar. Antes, los problemas de convivencia giraban en torno a temas de imagen, apariencia, etnia o clase social. Aún así, no había comentarios tan agresivos y radicales como los que se están dando en la actualidad en las clases hacia el colectivo LGTBIQ+, o hacia las mujeres, sean micromachismos o no. Yo he vivido que un compañero mío me dijera: “¿Cómo vas a hacer tú una ingeniería si sólo vales para fregar y cuidar niños?” . Desde luego hace seis años los adolescentes no decían eso, ni lo típico de “esto con Franco no pasaba” o “Putin hubiera hecho tal…”.

EL DERECHO FUNDAMENTAL A PARTICIPAR

Me hablas de etnias, mujeres, colectivo LGTBIQ+… Hoy en día, ¿cómo es la situación en el territorio de la inclusión social de colectivos vulnerables jóvenes en participación educativa?

En centros educativos e instituciones no suele haber problemas de inclusión. Sin embargo, a nivel legal asegurar la igualdad entre hombres y mujeres depende de cada comunidad autónoma. Yo sé que hay comunidades que exigen un porcentaje de presencia femenina en la junta directiva que tú presentas al registro, pero en otras no.
Y, respecto a la comunidad LGTBIQ+, según mi visión, en una asociación de estudiantes se acepta a todo el mundo. Es cierto que dentro del colectivo con roles de género menos aceptados, digamos, se encuentran personas “trans” que descubren su identidad de género en su adolescencia y que en algunos casos tienen mucho lío mental o necesitan ayuda psicológica para entender qué les pasa, entonces la participación estudiantil durante esa etapa es un añadido, yo creo, que les puede generar más obstáculos.

Entonces, ¿la regulación española responde a las necesidades reales de la participación estudiantil a nivel general?, ¿por qué?

No, la regulación actual no ayuda. Para empezar, porque no resuelve el problema de infrarrepresentación estudiantil. Trabajando en un nuevo decreto de participación estudiantil descubrí que, a excepción de los centros educativos, todos los consejos escolares (autonómicos y del Estado) hay miembros con menciones “honoríficas”, que en ocasiones están puestos a dedo por partidos políticos gobernantes de su cuerda. Por eso queríamos proponer que el porcentaje de representación sea equitativo entre madres, padres, alumnos, profesores y trabajadores de la Consejería de Educación, y reducir las plazas de “personas de honor”. Porque todas las partes son importantes en la educación, pero, ciertamente, no tiene sentido dejar fuera al alumnado, cuya educación es por y para nosotros.
También, la participación estudiantil está infravalorada porque no es visible. En un instituto o un centro educativo si hay una asociación de alumnos pueden comentar: “¿y esos que hacen?”. ¿Acaso alguien se plantea lo que hace un AMPA? ¿No, verdad?

¿Qué otras vías son útiles para “Mejorar la regulación española de la participación estudiantil en la educación secundaria”*?

En primer lugar, aunar la regulación entre las diferentes comunidades autónomas. Puesto que las confederaciones como CANAE están formadas por asociaciones de estudiantes de un centro educativo y se inscriben de manera diferente en cada comunidad; a veces como entidades juveniles, otras como entidades estudiantiles, o incluso como asociaciones genéricas.

En segundo lugar, es necesario elaborar mecanismos que protejan la creación de esas agrupaciones. Ya que, a veces, tienes que registrarla a través de la secretaría del centro, que puede ni molestarse en firmarlo. O requieren la firma del equipo directivo, que si se niega a la participación estudiantil lo puede bloquear tan sólo con no firmar esos papeles. Otro problema son los trámites que no puedes hacer como menor de edad y que precisan de algún adulto.

En tercer lugar, todas las administraciones autonómicas deberían saber con exactitud el proceso de creación de asociaciones estudiantiles, ya que a veces aplican el de asociación juvenil, que es diferente.

Por último, existen trabas administrativas cotidianas. Por la fórmula jurídica de CANAE, estamos completamente a expensas de la administración, ya que no podemos conseguir fondos propios. Imagina si al año que viene no nos dan una subvención… Tendríamos que rescindir contratos de nuestros trabajadores. Sin embargo, el Consejo de la Juventud de España recibe subvenciones y también fondos propios o cuotas de pertenencia que no tienes que justificar ante nadie. Por todo ello, la administración no debería estar involucrada en todos los puntos del proceso.

Según tu opinión, ¿cuáles son las normas de regulación de participación estudiantil más efectivas?

Que exista un Instituto de Juventud o una Dirección General de Juventud es una oportunidad bastante buena para la participación juvenil, no solo para el estudiante, en cualquier comunidad autónoma. Por diferentes motivos: están bien regulados, siempre puedes contar con su apoyo, y en ocasiones con su dinero si quieres darte a conocer o realizar campañas. Y si tú perteneces a ellos, puedes contar con su cercanía para contactar con los partidos políticos. A parte, a través de estas entidades puedes participar y colaborar con el tejido asociativo.

Otro caso de regulación efectiva son aquellas comunidades autónomas que te ofrecen apoyo y facilidades para registrar la documentación en la sede electrónica para crear una asociación y participar. Porque constituir una asociación o federación con 15 años en una administración pública es un proceso complicado. Además, facilita mucho que las tasas de inscripción sean económicas y personas expertas que ayuden con las dudas a las asociaciones juveniles y estudiantiles.

En este punto, según mi experiencia, las comunidades que tienen Instituto de la Juventud funcionan mucho mejor que las que tienen Dirección General de Juventud. Imagino que la razón parte de que el Instituto de Juventud es un órgano diferente, y depende de una consejería.

REPARAR LA CONVIVENCIA Y LA PARTICIPACIÓN ESTUDIANTIL

¿Qué nuevos enfoques y herramientas tenemos para impulsar la participación juvenil?

Precisamente tenemos herramientas online. Para participar en los Consejos de Juventud o alguna asociación te puedes inscribir en un simple formulario de Internet. Como persona individual te apuntas a la sección “Diálogo por la juventud” y puedes aportar propuestas en un documento. De este modo tu voz se escucha, no hace falta que tengas una asociación o una entidad para participar.

El año pasado lanzamos en CANAE la campaña del 8M, una encuesta de opinión en Internet a los y las estudiantes sobre qué grado de conocimiento tenían sobre el feminismo y la reciente reforma de la Ley de Igualdad. Hacer consultas online es un buen recurso de participación porque se difunde y se responde de manera rápida. Y, con suerte, contesta un número representativo de estudiantes aportando su visión sobre un tema concreto y permite elaborar una posterior campaña.

Pensando en otros enfoques de participación, se puede realizar algún acto no limitado a tu entidad, tipo “Mesa redonda por el Día del Estudiante”, e invitar a diversos agentes con la posibilidad de emitirlo online. Por tanto, tú, de modo individual, puedes poner sobre la mesa preocupaciones en una ronda de preguntas, e incluso proponer ideas a alguien de la administración pública.

Dejando al margen la esfera de Internet, desde la investigación me gustaría que se fomentase de manera positiva la participación educativa en los centros sin que dependa tanto de lo que te deja o no hacer el profesorado o el equipo directivo.

* Hernández Diez, E. y Rufo Rey, M. A. (2022). Mejorar la regulación española de la participación estudiantil en la educación secundaria . Confederación Estatal de Asociaciones de Estudiantes.

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