*Mikel de Aralar Armendariz Morales, Celia Extremo Martín y Olatz Ibarluzea Sória
Tras los avances feministas obtenidos durante el final del siglo XX y la primera década del siglo XXI a nivel tanto internacional como nacional, nos encontramos ante un periodo de ataque y puesta en duda de los mismos debido al nacimiento de nuevas fuerzas conservadoras. Estas, a modo de contramovimientos (Varela 2021), están esparciendo entre el conjunto de la ciudadanía discursos que constituyen una reacción —o backlash— ante los postulados del movimiento feminista (Faladi, 1993).
La respuesta patriarcal ante los cambios socioculturales y económicos ha favorecido que, entre los hombres jóvenes, se extienda un modelo de masculinidad resentida. Se despliega así un discurso victimista que banaliza la violencia contra las mujeres en todas sus formas (García-Mingo y Díaz, 2022). Esta expresión de la masculinidad, asentada en el grupo de iguales y reforzada, en ocasiones, a través de las comunidades digitales, “se traduce en actitudes y comportamientos concretos: autosuficiencia, oclusión de la vulnerabilidad, socialización de la violencia, agresividad, dominio sobre los otros, competitividad, castración emocional, eliminación de las tareas de cuidados, poder sexual, homofobia, sexismo y misoginia” (Simancas-González y Vera-Balanza, 2022).
Se trata, sin duda, de un tema vigente, como muestra el gran revuelo que ha causado el reciente estudio del CIS sobre percepciones ante la igualdad entre hombres y mujeres (CIS, 2023), donde se destaca que “el 44% de los hombres considera que las políticas de igualdad han ido demasiado lejos y que ahora se les discrimina a ellos”. Puesto que no se trata de una posición homogénea entre todos los varones, existe un gran interés sociológico en desarrollar una mirada más pormenorizada al posicionamiento conservador que se dibuja.
En consecuencia, surge la necesidad de ahondar en los posicionamientos en torno a las nuevas y viejas formas de masculinidad entre la juventud española, tomando un enfoque crítico y feminista, dirigido al desarrollo de argumentos que permitan frenar el avance de estos postulados reaccionarios. Para ello, nos basamos en el estudio del Centro Reina Sofía de Fad Juventud La caja de la masculinidad: construcción, actitudes e impacto en la juventud española (Sanmartín et al., 2022), con el fin de explorar los posicionamientos de los hombres heterosexuales respecto a las relaciones de pareja y el rol de las mujeres, el feminismo y la violencia de género.Para ello, se han creado una serie de índices que persiguen presentar, de forma sintética, las opiniones de los hombres heterosexuales de entre 15 y 29 años sobre estas cuestiones.
Perfilando la posición de los jóvenes heterosexuales en torno a la igualdad
Analizando las respuestas de los hombres heterosexuales de forma conjunta, se observa que la media de todos los índices está cercana al cinco. Sin embargo, esto no nos puede llevar a pensar que hay un posicionamiento general de neutralidad. Las afirmaciones que se planteaban en este cuestionario eran claramente antifeministas, por lo que el hecho de que los hombres heterosexuales estén conformes con ellas es señal de la influencia de los contramovimientos (Varela 2021) en las sociedades occidentales. En especial, hay una visión retrógrada en lo que se refiere a las relaciones de pareja, que es el índice con una puntuación más alta.
Esto está en consonancia con otros estudios recientes que han señalado cómo los mitos del amor romántico siguen estando muy arraigados entre los jóvenes españoles. Tanto hombres como mujeres parecen seguir aceptando la premisa de que el amor lo puede todo (Cerro y Vives, 2019). Si bien las mujeres tienen visiones más idealizadas sobre el amor, entre los hombres prevalece más la idea de que los celos son una prueba de amor y que se puede maltratar a alguien que se ama (Bonilla-Algovia et al., 2021).
¿Efecto generacional o una cuestión de tiempo?
Si tomamos la influencia de cada variable, debe comenzar destacándose que existen ciertas asociaciones entre el nivel de estudios y la edad. Los datos apuntan a que aquellos cuyo nivel de estudios más alto alcanzado son los obligatorios muestran posiciones más conservadoras respecto al feminismo y la violencia de género que quienes han cursado estudios secundarios no obligatorios y/o universitarios. En lo que respecta a la edad, el grupo 15-19 años el que presenta posiciones más cercanas al antifeminismo. En este sentido, debemos tener en cuenta que gran parte del grupo de edad más joven no ha podido acceder a niveles de estudios secundarios y universitarios.
Frente a ellos, los hombres de 20 años en adelante y aquellos que han llegado a niveles educativos de mayor nivel presentan actitudes más progresistas que el grupo más joven y aquellos con estudios exclusivamente obligatorios.
* 0 = postura más progresista y/o feminista; 10 = postura más conservadora y antifeminista.
** El índice que recoge las opiniones sobre el rol que deberían ocupar las mujeres en la sociedad no presentaba diferencias significativas entre grupos.
*** Este índice solo presenta diferencias significativas para el nivel de estudios, pero no para los grupos de edad.
En consecuencia, es posible plantear la incógnita acerca de cuál de ambas cuestiones tiene mayor influencia en el posicionamiento de los hombres heterosexuales encuestados, la edad o el nivel de estudios. O, en otras palabras, si nos encontramos ante un efecto coyuntural presente en la generación más joven —el cual se revertirá conforme accedan a niveles educativos superiores— o si, por el contrario, este grupo de edad presenta un patrón generalizado más conservador, tradicional o antifeminista, ligado a una diferente socialización política y de valores.
La carencia material como factor condicionante
* 0 = postura más progresista y/o feminsita; 10 = postura más conservadora y antifeminista.
** No hay diferencias significativas para los índices que muestran las opiniones sobre el feminismo y el rol que deben ocupar las mujeres en la sociedad.
En relación con las condiciones materiales, cabe notar que aquellos jóvenes que tienen una carencia material severa presentan posiciones más conservadoras respecto a las actitudes en pareja y un menor rechazo a la violencia de género que el grupo que no la tiene. Igualmente, aquellos que no presentan carencia material tienen actitudes más progresistas que el grupo con carencia material leve. Esto puede deberse a la incapacidad de vislumbrar un horizonte de futuro a partir de las condiciones materiales y simbólicas actuales (Sales, 2016), entre las que se encontrarían los roles y actitudes en el seno de la pareja. Así, la precariedad se nos presenta como “el conjunto de condiciones, materiales y simbólicas, que determinan una incertidumbre acerca del acceso sostenido a los recursos esenciales para el pleno desarrollo de la vida de un sujeto” (Precarias a la Deriva, 2004: 28).
Posicionarse como feminista en tiempos convulsos
A la hora de posicionarse explícitamente como feministas se vuelve a observar que, a medida que aumenta la edad, el nivel de estudios y las posibilidades materiales, los hombres heterosexuales tienen una mayor inclinación a nombrarse como tal. Igualmente, aquellos que tienen o han tenido pareja en el pasado muestran una mayor facilidad para posicionarse como tal. El estatus de pareja, sin embargo, no afecta a los índices anteriormente comentados.
A modo de conclusión se puede decir que el perfil del joven español con postulados más conservadores o reacios a las cuestiones abordadas, referidas al feminismo o el papel de las mujeres en sociedad, sería aquel entre 15 y 19 años y con estudios obligatorios, con carencia material severa y que nunca han tenido pareja. Como puede observarse, en este estudio exploratorio destaca el componente generacional y las condiciones materiales de la población.
Sin embargo, sería necesario plantear un análisis longitudinal para comprobar posibles cambios y valoraciones respecto al feminismo con el fin de dilucidar si estas percepciones realmente se deben a un efecto generacional que posibilita una determinada socialización masculina, o si se debe a otros factores no contemplados en esta investigación. Sin duda, ambas cuestiones se presentan como líneas de investigación muy sugerentes para abordar la tendencia conservadora de los jóvenes españoles.
*Mikel de Aralar Armendariz Morales, Celia Extremo Martín y Olatz Ibarluzea Sória son alumnos/as del Máster en Metodología de la Investigación en Ciencias Sociales: innovaciones y aplicaciones, de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
