*Sandra Fernández Corbella, Nacho Ceinos Fernández y Teresa Martínez Santiago
Con la llegada del nuevo año, es común presenciar un fenómeno recurrente: la afluencia masiva a los gimnasios. Desde el 1 de enero, las instalaciones deportivas se llenan de individuos decididos a transformar su aspecto físico como parte de sus propósitos para el año que comienza. Junto con el ejercicio, una gran cantidad de personas se lanzan a modificar sus dietas, impulsadas por «consejos» de supuestos expertos en línea. Sin embargo, detrás de la -aparentemente- noble intención de adoptar un estilo de vida más saludable, se esconde un oscuro mundo de mitos nutricionales y consejos engañosos que inundan las redes sociales e internet. Esta tendencia no es sorprendente; después de todo, se trata de un objetivo común en la lista de metas de muchas personas.
Sin embargo, detrás de esta fiebre post-fiestas, surge una reflexión interesante: ¿qué motiva realmente a los jóvenes a preocuparse por su aspecto físico? El Barómetro Juventud, Salud y Bienestar 2023 del Centro Reina Sofía de Fad Juventud (Kuric et al., 2023) es revelador respecto a este tema.
En el escenario contemporáneo, nuestras sociedades occidentales están fuertemente influenciadas por lo que algunos expertos han bautizado como la «Sociedad de la Imagen» (Fernández Durán, 2004; Sartori, 1998), donde el culto al cuerpo desempeña un papel protagonista. Este fenómeno, moldeado principalmente por la cultura, los medios de comunicación y el consumismo, ha dado forma a una percepción compartida de la perfección física que todos y todas aspiramos a alcanzar. Todo esto queda demostrado por las redes sociales, en las que se muestran los pasos para obtener el cuerpo socialmente deseado, o castigan los cuerpos no aceptados.
El «culto al cuerpo» (Carrillo Durán, 2011) se presenta como una travesía hacia la imagen ideal, una odisea donde la estética se convierte en una moneda de cambio social. Sin embargo, aquí yace una intrigante contradicción: aunque se asocia con la búsqueda de la «salud», a menudo descubrimos que perseguir ese ideal estético puede tener un precio elevado en términos de bienestar general. En este viaje hacia la perfección, los y las jóvenes se enfrentan a una presión psicosocial abrumadora que puede tener efectos adversos en su salud mental.
Este complejo escenario está arraigado en la hegemonía de la normatividad corporal, que dicta que los cuerpos deben cumplir con estándares de esbeltez y delgadez. Esta norma impulsa la internalización de la gordofobia y fomenta la modificación de hábitos individuales en pos de objetivos físicos específicos.
“Realmente creo que las personas que van a gimnasios están muy bien físicamente, pero mentalmente no, porque siempre van a querer más” (Hombre, 23 años)**
LA SILUETA MÁS AFECTADA
La travesía hacia la imagen ideal muchas veces se convierte en un pasadizo problemático en los cuerpos y mentes de las personas más jóvenes. Más de un 57% de los y las encuestadas, reconoce su preocupación por su imagen externa. El desasosiego por lograr un cuerpo socialmente hegemónico afecta a ambos géneros. Sin embargo, tiene mayor incidencia en las mujeres jóvenes. Más chicas reconocen esta angustia por cumplir con la imposición de una supuesta imagen ideal, siendo la respuesta más señalada entre ellas, con un 54,1%. No obstante, en los últimos años, esta preocupación está afectando con más incidencia, también, entre los chicos. Según los datos del barómetro, un 45,9% de los hombres más jóvenes reconocieron su inquietud por su imagen externa.
“El motivo por el que yo seguí la dieta fue para adelgazar. Mi madre y la sociedad siempre me han mostrado que debo estar delgada y me han metido esas ideas en la cabeza. Yo pensaba que tenía que adelgazar para encajar en la sociedad y para no escuchar malos comentarios… y, durante un tiempo, he dedicado mi día a día a ello” (Mujer, 18 años)**
En torno al malestar y el desasosiego que crea el deseo de alcanzar un aspecto normativo, influyen e intervienen diferentes factores. La falta de apetito, el sentimiento de soledad y tristeza, los problemas mentales o haber hecho dieta, favorecen una mayor preocupación por su aspecto físico. No obstante, no solo interactúa con causas que favorecen este desasosiego. El ejercicio físico y un mayor grado de felicidad demuestran ser factores que disminuyen la angustia por cumplir con los cánones estéticos.
NO SOLO ES UNA CUESTIÓN FÍSICA
Vivir con esa mochila pasa factura. El fantasma de no gustarse se relaciona con otras pesadumbres y malestares de carácter más psicológico.
Como parte del análisis, se realizó una comparación de medias de diversas variables relacionadas con la salud mental, en pos de comprobar si había alguna diferencia entre aquellas personas preocupadas por su físico y las que no.
Como se muestra en el diagrama, los y las jóvenes españoles que dicen sentir preocupación por su aspecto físico sufren con mayor frecuencia problemas de carácter emocional y mental que aquellos/as que no sufren esa preocupación. Hablamos de sensación de tristeza, decaimiento o desesperanza, problemas de ansiedad, ideas o pensamientos reiterados e incontrolables, falta de apetito o comidas excesivas y falta de energía o apatía. Tormentos que acompañan en la cotidianeidad de los/as jóvenes, mermando poco a poco su bienestar y calidad de vida. Un demonio hambriento al otro lado del espejo.
Las redes sociales, ese espacio de irrealidad canónica, ese escaparate de la vida idílica, se convierte en un punitivo infierno. Por ello, tampoco resulta extraño dar cuenta que para las personas preocupadas por cómo les ven los demás las redes sociales suponen un factor estresor mayor que para las que no tienen ese peso. No obstante, el estrés debido a las interacciones en redes parece ser una tendencia bastante generalizada entre todos/as los/as jóvenes, reconociendo un 24,4% del total verse angustiados por ello.
Así pues, vemos lo sufridor que es verse preso/a de un canon inalcanzable, especialmente en términos de salud mental. El cuerpo perfecto no parece tanto una corona sino un lastre.
Persona preocupada y cabizbaja frente a un espejo. Imagen de elaboración propia con IA.
En un mundo donde la imagen parece reinar supremamente, la odisea de alcanzar la perfección física se ha transformado en una travesía intrincada y, en muchos casos, dañina para la salud mental de los jóvenes. En la era de la «Sociedad de la Imagen», la constante presión para cumplir con los estándares normativos de belleza ha tejido una compleja red de consecuencias emocionales y psicológicas que no podemos ignorar. La era digital nos ha brindado acceso a una cantidad impresionante de información, pero también nos ha expuesto a consejos físicos y tendencias nutricionales cuestionables.
El culto al cuerpo, presentado como un camino hacia la salud, se desdibuja ante la contradicción de que perseguir la estética ideal puede tener un alto costo en términos de bienestar general. La normatividad corporal, como una sombra que se cierne sobre nuestras elecciones individuales, impulsa la internalización de la gordofobia y manipula nuestros hábitos en busca de objetivos físicos específicos.
Los datos del último barómetro ‘Juventud, Salud y Bienestar 2023’ destapan una preocupante incidencia de la inquietud por la imagen externa. Este anhelo de encajar en el molde establecido no solo impacta el físico, sino que también deja secuelas en la salud mental. Los jóvenes preocupados por su apariencia enfrentan con mayor frecuencia problemas emocionales y mentales: tristeza persistente, ansiedad palpable, pensamientos recurrentes e incontrolables, pérdida de apetito y falta de energía.
Las redes sociales, esas plataformas que despliegan la vida idílica y el cuerpo perfecto, se convierten en un catalizador estresante, especialmente para aquellos que temen el juicio ajeno. Este entorno impone una carga significativa en la rutina diaria de los jóvenes, afectando su bienestar y calidad de vida (Fad, 2023).
Como sociedad, debemos dejar de castigar nuestros cuerpos y criticar los del resto. Por el contrario, es tiempo de cultivar un entorno que celebre la autenticidad y la singularidad de cada individuo. En lugar de convertir la búsqueda de la perfección en una carga colectiva, fomentemos una cultura que no mida el valor de una persona por su apariencia externa.
*Sandra Fernández Corbella, Nacho Ceinos Fernández, Teresa Martínez Santiago son alumnos/as del Máster en Metodología de la Investigación en Ciencias Sociales: innovaciones y aplicaciones, de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
**Citas literales extraídas del trabajo de fin de grado de Sandra Fernández Corbella
Muy interesante reflexión. La TV y las redes sociales están ademas inundadas de cuerpos ideales, construidos a golpe de gimnasio y de bisturí. La era de la imagen perfecta trasladada al cuerpo. Creo que de las repercusiones psico emocionales que ello puede conllevar estamos viendo sólo la punta del iceberg.