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Eva Saldaña, de Greenpeace: el activismo juvenil «no es cuestión de dinero»

By 21 septiembre, 2023 diciembre 1st, 2023 No Comments

 

Con una energía que transciende pantallas, y una visión luchadora, clara y positiva por el Planeta, transcurrió esta charla con Eva Saldaña Buenache. Eva es directora ejecutiva de Greenpeace España, licenciada en Ciencias Biológicas, ecóloga y activista. Veamos por qué casi en el mismo instante que terminas de hablar con ella su ímpetu te lleva a alistarte de inmediato en una organización para proteger el medioambiente:

En tu libro, «No hay planeta B. Cuidemos la vida en la Tierra» [1] , explicáis cómo puede hacer frente a la emergencia climática una niña como Gaia, la protagonista. Pero ¿qué puede hacer una persona joven y adolescente para ayudar a cambiar el planeta y tener una relación más sostenible con el medioambiente?

Estamos ante una situación muy compleja para todas nosotras, donde las predicciones de los nuevos informes de traspaso de límites planetarios del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) [2] señalan que el impacto y la vulnerabilidad en todos los rincones del mundo están por encima de lo que podríamos imaginar. Pasamos de temperaturas insostenibles de calor a fuertes inundaciones y la juventud lo está viviendo de forma bastante preocupante. Esa ecoansiedad juvenil es reflejada por la encuesta de The Lancet [3], en la que el 45% de los y las jóvenes afirmaban estar afectados negativamente en su vida por todo ello.

En este contexto de extralimitación, tensiones, polarizaciones sociales, donde la clase política ejerce violencia, no se pone de acuerdo, no actúa y no se respeta, ¿la juventud qué puede hacer? Pues, ante todo, organizarse en colectivo para generar un liderazgo por la tierra, en tribu, en un espacio donde se sientan seguros. Tenemos gente joven, como Greta Thumber y su movimiento #RestoreNature o Fridays for Future que está mostrando a la sociedad que son personas preparadas, con inquietudes y habilidades para la escucha, el diálogo, la democracia y la organización muy diferentes. No en todos los casos, por eso hay que dotarles de competencias y habilidades no orientadas al conocimiento (que lo tienen muy accesible), sino hacia aquellas que les doten de complementos para moverse en el terreno de la supervivencia.

Y, luego, tienen que alzar la voz, hablar para recuperar su poder y el de la ciudadanía en general, porque no se lo estamos poniendo fácil. He leído el Barómetro de la Open Society Foundation [4], en la que un 57% de menores de 36 años prefieren vivir en países democráticos. Esto significa que el 43% de los jóvenes se sienten seducidos por las dictaduras o discursos populistas. Esto es peligrosísimo, puesto que piensan que van a encontrar soluciones que no existen en esa autocracia, sino en una búsqueda de propuestas conjuntas para afrontar los problemas.

 

En todo ello, ¿cuál es el papel que desempeña el sistema educativo a la hora de concienciar a los adolescentes y jóvenes para revertir problemas?

Tendría muchísimo papel y sentido si empezáramos a transformarlo. La educación es maravillosa; hay profesorado muy preparado, recursos adecuados y proyectos como los que sigue la Fundación FUHEM empoderando y generando competencias para enfrentar lo que estamos viviendo. No obstante, desde mi punto de vista, tenemos un sistema muy precario en el enfoque, las dotaciones, y lo que se invierte en la reforma educativa. Toda una serie de parámetros que perpetúan metodologías y formas de operar que pertenecen al siglo pasado.

 

¿De qué manera transformarías entonces el sistema educativo?

En primer lugar, con un currículum adaptado, integrado, ecosocial y actualizado a la realidad de la emergencia climática desde todas las perspectivas. Así, se capacitaría al alumnado hacia lo que estamos viviendo, para que sea un agente completamente activo por la justicia social, la democracia y la sostenibilidad.

En segundo lugar, capacitando a las personas que están acompañando y facilitando estos procesos. Es crucial romper este formato unidireccional profesor-alumno. El joven, el adolescente y el niño está preparado para hacer su propio aprendizaje autodirigido. Mi hijo tiene siete años y lo ha hecho desde peque. Otra cosa es que necesiten ayuda de otros para recorrer su camino con habilidades y aprendizajes significativos.

En tercer lugar, propiciando espacios permeados donde están sucediendo esos aprendizajes significativos. Como las comunidades, los barrios, espacios totalmente abiertos y que generen interconexión. No me puedo imaginar escuelas que no saquen a la calle al alumnado, que no incorporen toda la eficiencia energética, o que no tengan huertos urbanos o comedores escolares con dietas más vegetarianas y conectadas a agricultores locales.

Y el cuarto paso tiene que ver con las familias. Hasta el momento encontramos dos bloques separados de educación de hijos e hijas: la que tienen en casa y la del colegio. Sin embargo, en un espacio intermedio, aunque están las Asociaciones de Madres y Padres (AMPAs), no hay un flujo. Las dinámicas familiares deberían estar incorporadas en todo lo que tiene que ver con el aprendizaje escolar de adolescentes y jóvenes; ya que las adultas tenemos mucho que aprender de lo que nos traen los hijos y al revés. Quizá haya casos de familias vulnerables en los que es muy complicado aplicarlo, y es entonces donde habría que traer esas realidades complejas y embutirlas en el funcionamiento del centro.

 

Ahondando en estas preguntas, como organizadora y líder de proyectos de cooperación y desarrollo ecosociales, algunos centrados en comunidades de jóvenes, ¿cuáles son las competencias ecológicas que deben adquirir?

Te cuento una anécdota que ocurrió este fin de semana en mi casa. En una conversación con adultos me preguntaron que qué eran los huevos de gallina, y yo les dije que eran óvulos que no se fecundan. Esto refleja la desconexión tan profunda que tenemos con la vida a veces. Por tanto, hay que dotar a la juventud de las competencias más básicas de la supervivencia. En particular, algo tan sencillo como coser o germinar.

Otro paquete de competencias que me parece esencial es promover la toma de decisiones democráticas: plantear ideas, debatirlas, elegirlas, buscar consensos, consentimientos y herramientas que no ayuden a tomar decisiones. Y, desde ahí, avanzar.

Un tercer paquete de competencias tiene que ver con lo que hablaba antes del autoaprendizaje y autodirección, que está súper conectado con el autoconocimiento y la autopercepción. De tal modo, que las y los jóvenes y adolescentes sean aptos para dar los pasos que les lleven a generar un proyecto o aprender una nueva competencia.

Por último, todo un bloque de competencias relacionadas con la realidad actual. Que exploren a través de una ventana hacia el mundo lo que está pasando; que sepan de geografía, de multiculturalidad, de diversidad. Por ejemplo, por qué China y Estados Unidos no dejan de pegarse o cuál es el desencadenante de todas las migraciones hacia el norte.

Por supuesto, hay otras competencias relativas a conocimientos, Internet y tecnologías, pero ¿qué les vamos a enseñar de esto? Es imposible que los jóvenes no las aprendan cuando hay un consumo tan desmedido de ello. Creo que tenemos que centrar la enseñanza en todo aquello que está guardado en un cajón.

 

 

Hablando de realidades, género… Según una de las últimas investigaciones publicadas por el Centro Reina Sofía de Fad Juventud [5] a pesar del éxito social del movimiento feminista, con el que se identifican una mayoría de jóvenes (46,4%), en los últimos cinco años estamos viviendo un aumento del antifeminismo entre los adolescentes que considera que “el feminismo ha impuesto un pensamiento único”. Por otra parte, según el informe “El futuro es Clima [6], el cambio climático representa una gran preocupación para la juventud. Esa dualidad y el estigma del feminismo me lleva a preguntarte si la ecología y el feminismo son dos luchas que van de la mano y en qué sentido. ¿Cómo afecta esto a jóvenes y adolescentes?

Estas dos luchas confluyen de manera imprescindible al igual que otras muchas luchas como la discriminación racial, o la justicia social, ya que está demostrado que el sistema socioeconómico capitalista es opresor con la naturaleza, el ser humano, y todo lo que sea diferente como las mujeres, y otros colectivos vulnerables como el LGTBIQ+. Se rebasan, como decíamos, los límites planetarios, así como la seguridad de la convivencia humana y el respeto. Hemos roto con nosotras mismas, y esto pasa mucho en la juventud. Se me ponen los pelos de punta al saber que la primera causa de muerte entre los y las jóvenes es el suicidio, porque no sabemos que “somos humanos”, que nos podemos acompañar y que tenemos un ecosistema perfecto y “mágico”.

 

Creo que ahora entiendo bien la frase que resaltas en X (antiguo Twitter) de Vandana Shiva, la física y filósofa india activista que define ecofeminismo como “generar relaciones no violentas”…

Sí, Vandana lucha contra la violencia ejercida por una clase del norte global muy poderosa y pequeña que sigue generando todas estas desigualdades y la emergencia climática: el hombre blanco, de mediana edad y con capital.

Al final los jóvenes y adolescentes se están desarrollando en todo este escenario tan desagradable que nosotros y nosotras les estamos proyectando desde pequeños. Son lienzos en blanco, y, de repente, “boom”, empiezan a recibir por todos los lados un montón de estímulos, diferencias de género y machismos. El último caso lo hemos visto con el fútbol este verano.

Eso no quiere decir que la juventud sea así o sea la culpable, sino que están viendo a personas adultas que se pelean, viven mucho estrés y enferman. Así que piensan que la vida tiene que ser así. Luego no hay que etiquetarlos, si no buscar contrarrestarlo igual que las organizaciones y los movimientos nos enfrentamos a las grandes compañías y corporaciones. Habría que participar en espacios como La Asamblea Ciudadana por el Clima, para que la juventud hable, empiece a soñar y mostrar sus necesidades y horizontes para que sucedan cosas radicalmente distintas a las que nos están vendiendo, comprando o viviendo.

 

Esto me lleva a algo que comentas en tus intervenciones: el greenwashing. Un estudio realizado por Mazinn y la plataforma Marcas Con Valores [7] muestra que el 90% de los y las jóvenes de la Generación Z valora que las marcas sean transparentes. ¿Crees que la juventud es más vulnerable a la publicidad del “ecopostureo”?

Todas lo somos, hay una inconsciencia fuerte de lo que las marcas son capaces de hacer. A pesar de que hay acciones combativas en Europa, hace poco estuve en un espacio convocado por la Confederación Española de Organizaciones Empresariales con las corporaciones del Ibex y el Gobierno, que presentaba la Presidencia Europea. Allí, las empresas mostraron que siguen con esa ola de crecimiento y de producir más y más tras la pandemia. Como Airbus con la venta de aviones. Por ello, ¿cómo no les van a vender la moto a la juventud? Si no sabe dónde buscar esperanza frente a este mundo complejo, lleno de miedos y vulnerabilidad donde se están construyendo.

En cambio, hay jóvenes que desconfían, igual que les pasa con la democracia, y quieren otro mundo en el que poder confiar y aferrarse. De ahí la relevancia de los iguales con los que se crece para que no se crean el cuento, que aportan fortaleza, seguridad y confianza para desarrollar otras soluciones posibles. Como ciertas personas jóvenes que ejercen un liderazgo necesario estableciendo sus propias empresas desde propuestas en la línea de la sostenibilidad real y la transparencia.

 

A parte de la “ecoimpostura”, ¿cuáles son los retos medioambientales que tendrán que afrontar las generaciones jóvenes?, ¿serán similares a los actuales?

Es probable que los retos sean parecidos a los de ahora, pero en una escala mucho mayor. Estamos en un cruce de caminos en el que, si seguimos la senda que veníamos llevando, los eventos climáticos extremos tendrán una intensidad y una frecuencia mucho más elevada a la actual. Veremos pues cómo nos adaptamos, pero es posible que haya un gran sufrimiento y vulnerabilidad. Un escenario muy dramático causado por las sociedades cada vez más polarizadas, gobiernos rotos que no representan a nadie y tensiones sociales que llevarán a desigualdades e índices de pobreza más radicales.

El otro camino, entre los senderos intermedios, sería dirigirse hacia la masa crítica consciente que cada vez se mueve más, saber cómo organizarse y creerse el poder como grupo. Con ello se frenarían estos escenarios y surgirían herramientas y posibilidades democráticas a explorar con modelos más relocalizados, de barrio y conectados con La Tierra.

Ojo, que como tenemos el multilateralismo quebrado no se evitarán los fenómenos climáticos extremos, pero quizá descienda la escalada de la emergencia climática. Se tendría que apostar porque otros estados crezcan desde la transparencia y, ojalá, el liderazgo del futuro construya esa «clase ecológica» que decía Bruno Latour, en la que se funcionaría y se cooperaría de modo distinto.

 

Con todo lo que hemos hablado, ¿en qué punto crees que se encuentra el activismo ecologista juvenil en este periodo postpandémico?

En España está Fridays for Future [8], Extinction Rebellion, Futuro Vegetal, y en la Unión Europea otros tantos movimientos juveniles que están intentado observar las fórmulas para volverse muy notorios. Han entrado en el Museo del Prado intentando que se les escuche y provocar un impacto en medios. Están también tratando de formarse en tácticas y herramientas de activando, para alcanzar alianzas. En ese punto, las organizaciones pretendemos ayudarles desde la sombra, como facilitadores.
Además, están defendiendo el derecho a la protesta, a la reunión, al manifestación y la libertad de expresión, así como a expandir el espacio democrático visibilizando sus restricciones. De hecho, esa libertad de expresión se va perdiendo a favor de los discursos populistas que atacan los movimientos de jóvenes señalándoles como radicales y violentos. Pero no es verdad, lo que hacen es salvaguardar la vida y hacer protesta pacífica para mostrar los problemas. Es que ¿dónde estaríamos los humanos sin estos movimientos?

En definitiva, es indispensable un cambio de paradigma en el que la vida esté en el centro y todas las luchas se alíen para buscar la habitabilidad de la humanidad. Pensemos que el Planeta Tierra seguirá de todos modos. No es una cuestión de dinero, es más de imaginación y de solidaridad entre nosotras y la juventud.

 

BIBLIOGRAFÍA

 

[1] Saldaña, E.; Oyemathias. (2020). No hay planeta B. Cuidemos la vida en la Tierra. Barcelona: Beascoa, Penguin Random House.

[2] Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). (2023) AR6 Synthesis Report: Climate Change 2023. Génova: IPCC Secretariat.

[3] Hickman, C… [et al.] (2021). Climate anxiety in children and young people and their beliefs about government responses to climate change: a global survey. Elsevier Ltd.

[4] Peiris, C; Samarasinghe, N.(2023) Open Society Barometer. Can Democracy Deliver? Open Society Foundations.

[5] Boneta-Sádaba, N.; Tomás-Forte, S.; García-Mingo, E. (2023) Culpables hasta que se demuestre lo contrario. Percepciones y discursos de adolescentes españoles sobre masculinidades y violencia de género. Madrid: Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, Fundación Fad Juventud.

[6] (2023). El futuro es clima. Informe de Resultados. Play Ground y Next.

[7] (2023). ZShot Sostenibilidad. Madrid: Mazinn y Marcas con Valores.

[8] Revilla, J. C., Gonzalo, A., Dávila, Mª. C., Zlobina, A. y Belli, S. (2023) La emergencia de la nueva generación ecologista juvenil en España desde 2019: el caso de Fridays for Future. Madrid: Centro Reina Sofía de Fad Juventud.

 

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