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Jóvenes madrileños y desigualdad digital: ¿la calidad importa?

By 28 julio, 2023 No Comments

*Stefano de Marco, Daniel Sorando; Ellen Helsper, Guillaume Dumont y José Manuel Robles*

En esta entrada repasamos los principales conceptos y resultados de la investigación «Desigualdad digital y educación a distancia», centrada en cuatro distritos de la ciudad de Madrid. Damos un paso al frente por la superación del concepto de brechas digitales, de primer y segundo nivel, y clarificamos conceptos más cualitativos, que ahondan en la incidencia de varibles significativas en el aprovechamiento de los recursos digitales.

Si pensáramos en nuestros padres (o abuelos) mientras escriben un correo electrónico, envían un Bizum o usan un emoticono en el WhatsApp, probablemente les imaginaríamos teniendo dificultades en realizar estas tareas. Esta sensación de que la generación de nuestros padres todavía no está del todo familiarizada con el uso de las TIC tiene su fundamento en los datos. El porcentaje de internautas entre las personas jóvenes (entre 16 y 29 años) alcanza prácticamente el 100% en el año 2022, llevando los últimos diez años prácticamente siempre por encima del 95%. Ello, frente al 86% de internautas entre las personas de entre 55 y 74 años en el año 2022.

Figura 1: Porcentaje de internautas por franja de edad. Fuente: elaboración propia.

Esta diferencia se hace aún más marcada si se toman en consideración los diferentes niveles de habilidades digitales de los internautas en base a su edad (figura 2). Entre las personas más jóvenes, el porcentaje de internautas con un nivel de habilidad en el manejo de internet por encima de la media es del 58%. Ello, frente al 22% registrado entre los internautas de entre 55 y 74 años. Es decir, menos de una cuarta parte de los internautas de la generación de nuestros padres tienen un nivel medio-alto de habilidades digitales.

Figura 2: Nivel medio de habilidades digitales por franja de edad. Fuente: elaboración propia.

Hasta aquí, nada de sorprendente. Pero ¿y si dijéramos que también entre los jóvenes hay problemas en cuanto al acceso y el uso de Internet? En realidad, el ver que tan “sólo” el 58% de las personas jóvenes tiene un nivel medio- alto de habilidades digitales debería ya llamarnos la atención. Pero ¿cómo? ¿no viven las personas jóvenes eternamente conectadas? ¿no usan internet siempre y para todo? ¿no deberían tener todas ellas niveles muy altos de habilidades digitales? Sí y no. Para contestar a estas preguntas es necesario dar un paso atrás e introducir el concepto de desigualdad digital.

DESIGUALDAD DIGITAL, CONCEPTO CLAVE

Desde las primeras etapas de la difusión de Internet, los académicos se han preocupado por la exclusión digital. Al principio, los investigadores han estudiado la brecha digital de primer nivel, es decir, la diferencia entre quién tiene acceso a Internet y quién no. Las primeras investigaciones sobre este tema analizaron las desigualdades en el acceso a Internet que perjudicaban a los grupos sociales tradicionalmente desfavorecidos (van Dijk, 2020). Esto es, se analizaba cómo el género, la raza o el nivel socioeconómico influían más o menos a la hora de usar Internet.

Brechas. Autoría: 652234. Fuente: Pixabay.

En los últimos años, sin embargo, se ha asistido a un aumento considerable en el número de internautas, sobre todo en los países occidentales y con ese aumento ha aparecido una nueva forma de exclusión digital: la brecha digital de segundo nivel (DiMaggio, Hargittai, Celeste, & Shafer, 2004). Ese fenómeno consiste en la desigual distribución entre los diferentes segmentos sociales de las habilidades digitales y de los usos beneficiosos de Internet (Hargittai, 2002). Las investigaciones en este ámbito muestran la gran importancia de los factores sociodemográficos y económicos en la generación de un aprovechamiento desigual de la herramienta (Hargittai e Hinnant, 2008; Lissitsa, 2015; Van Deursen y van Dijk, 2014; Buchi, Just y Latzer, 2015). En este sentido se ha podido ver que, por ejemplo, pese a ser los jóvenes un segmento poblacional muy presente online, el tipo de uso que hacen de la herramienta varía considerablemente en función de su nivel de estudios y de la renta de su hogar (Peter y Valkenburg, 2006; Hargittai e Hinnant, 2008). De hecho, las personas jóvenes con mayores recursos tienden a adoptar más frecuentemente aquellos usos de Internet que permiten aumentar su capital económico, social y cultural, brindándoles oportunidades de movilidad ascendente que otros tipos de actividades online, de corte más lúdico, no proporcionan (Lissitsa, 2015).

En efecto, se vive la gran contradicción de que los teléfonos móviles favorecen la posibilidad de conectarse a Internet, sin por ello resolver las desigualdades digitales que existen entre personas jóvenes. Datos de Eurostat[1] nos dicen cómo el 100% de los internautas de edad comprendida entre 16 y 24 han accedido a Internet usando el teléfono móvil en 2021. Sin embargo, investigaciones recientes han puesto de manifiesto cómo este tipo de conexión está relacionada con niveles más bajos de habilidades digitales y con una menor diversidad de usos de Internet en comparación con la conexión mediante ordenador (Correa, Pavez y Contreras, 2020). Es decir, es una forma de conectarse a Internet de peor calidad, que resuelve quizás los problemas de la primera brecha digital, pero deja sin resolver a los demás.

DESIGUALDAD DIGITAL Y PERSONAS JÓVENES

Para intentar aportar más información al respecto, hemos realizado una investigación que tenía como objeto de estudio la desigualdad digital en la ciudad de Madrid y, más en concreto, en algunos de los distritos que la componen: Tetuán, Vallecas, Chamartín y Hortaleza. Pese al gran parecido entre las personas encuestadas, todas con un gran nivel de uso de Internet, se han detectado diferencias apreciables en cuanto a la calidad de conexión a Internet. Lo que hemos visto es que en los distritos más empobrecidos (Tetuán y Puente de Vallecas) hay una mayor conexión desde casa con datos móviles por parte de las personas jóvenes (Tetuan 56,4% y Puente de Vallecas 55,3%) respecto a los distritos con más recursos (Chamartín 50,1% y Hortaleza 46,6%). Además, los datos parecen indicar que en los distritos más empobrecidos se encuentran los mayores problemas de conexión, como parones, cortes o velocidad. Así pues, los datos parecen indicar que a menor nivel de recursos correspondería una peor calidad en la experiencia de navegación por Internet entre las personas jóvenes. Esto repercutiría negativamente en sus niveles de habilidades digitales[2]. En la figura 3 se muestran las puntuaciones obtenidas en la escala de habilidades digitales en los 4 distritos objeto de investigación. En todos ellos se aprecian puntuaciones por encima del 6 sobre 12.

Figura 3: : Puntuación promedio de habilidades digitales por distrito. Fuente: elaboración propia.

Sin embargo, y aunque no haya diferencias mayores de medio punto de la escala entre los distritos (Chamartín comparado con Tetuán), sí es posible ver cómo aquellos con menos recursos son los que presentan puntuaciones menores, siendo de 8,1 en el caso de Tetúan y de 8,2 en el caso de Puente de Vallecas. Chamartín se posición muy cerca, con una puntuación promedio de 8,2. El distrito de Hortaleza ha resultado ser el de mayor nivel de habilidades digitales, con una puntuación promedio de 8,6.

Por último, la investigación ha permitido ver cómo este conjunto de factores influye en el aprovechamiento de usos avanzados de Internet, como son los de tipo educativo. Así pues, se ha visto cómo menores niveles de habilidades digitales junto con una peor calidad en la conexión mermaban el aprovechamiento de la educación a distancia durante la pandemia. De esta forma, se ha podido observar cómo, aunque con las debidas cautelas (habría que ampliar la investigación a más distritos), no todas las personas jóvenes tienen un elevado aprovechamiento de Internet. Aquellas que provienen de contextos más desfavorecidos tienen peores tipos y calidad de conexión, así como un menor nivel de habilidades digitales y un aprovechamiento más pobre de los usos avanzados de Internet. Estos resultados deben hacer reflexionar sobre la necesidad de investigar más sobre el tema y de velar por las personas jóvenes con menos recursos que corren el riesgo de ser excluidas también en la “versión digitalizada” de su día a día.

*Stefano de Marco, Daniel Sorando; Ellen Helsper, Guillaume Dumon y José Manuel Robles son autores de la investigación «Desigualdad digital y educación a distancia. ¿Cómo ha afectado la pandemia a los resultados académicos de las personas adolescentes madrileñas?», que obtuvo una de las Ayudas a la Investigación del Centro Reina Sofía de Fad Juventud en la convocatoria de 2020.


[1] Variable construida por el equipo investigador y con un recorrido de 0 a 12

[2] Individuals – devices used to access the internet (ISOC_CI_DEV_I__custom_6858956)

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